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Capítulo 1
Nezumi, empapado.
Nezumi estaba en un túnel. En la oscuridad, tomó aliento silenciosamente. El aire tenía un ligero olor a suciedad y humedad. Seguía adelante lentamente. El túnel era pequeño. Tenía el tamaño justo para que Nezumi se metiera dentro, y estaba oscuro. No había ninguna luz, pero eso calmaba su alma. Le gustaban los sitios pequeños y oscuros. En esos sitios, las criaturas más grandes no podían cogerlo. Tranquilidad y alivio momentáneo. Sentía un dolor sordo en el hombro herido, pero no era lo bastante fuerte como para preocuparlo. El problema era la cantidad de sangre que había perdido. No era una herida profunda. Sólo le había rozado el hombro. Ya debería de estar cerrada, pero todavía… Tuvo una sensación cálida y resbaladiza. Todavía sangraba.
-- Anticoagulantes. Habían empapado la bala en anticoagulantes.
Nezumi se mordió el labio. Quería algo para detener la hemorragia. Trombina o sulfato de aluminio. Ni siquiera eso. Sería suficiente con algo de agua limpia para lavarse la herida.
Se le doblaron las rodillas. Estaba mareado.
-- Esto no va bien.
Era probable que se desmayara por la pérdida de sangre. Si pasaba, las cosas se iban a poner negras. Dentro de poco no podría moverse.
-- Pero puede que no me importara.
Escuchó una voz dentro de él.
Quizás no sería una idea tan mala tumbarse, inmóvil, envuelto en la oscuridad. Se iría sumergiendo en un sueño, un sueño muy largo – una muerte tranquila. No dolería, al menos no tanto. Puede que tuviese un poco de frío.
No, no sería así. Su presión sanguínea caería en picado, no podría respirar bien, se paralizarían sus extremidades… estaba claro que iba a ser doloroso.
-- Quiero dormir.
Estaba cansado. Herido. Tenía frío. No podía moverse. Sólo tenía que sufrir un poco más, se decía a sí mismo. Quedarse quieto, en vez de luchar para nada. Puede que hubiese gente persiguiéndole, pero nadie que fuese a salvarlo. Entonces, debería ponerle un fin a su vida. Tumbarse aquí, y dormir. Rendirse.
Sus pies seguían adelante. Deslizaba las manos por las paredes. Nezumi dejó salir una sonrisa forzada. Su voz le estaba diciendo que se rindiese, pero su cuerpo seguía adelante. Que problemático.
-- Queda una hora. No, treinta minutos.
Treinta minutos era todo el tiempo que le quedaba para moverse. En ese tiempo tenía que conseguir que la herida dejase de sangrar y encontrar un sitio para dormir. Los requisitos mínimos para sobrevivir.
Hubo movimiento en el aire. La oscuridad delante de él se iba aclarando. Le costaba dar cada paso. Salió del oscuro y estrecho túnel a un área más grande rodeada de paredes blancas. Nezumi sabía que esa zona era parte de las alcantarillas que se habían usado hasta hacía unos diez años, al final del siglo veinte. Al contrario que la superficie, las facilidades subterráneas de No.6 no estaban muy bien cuidadas. La mayoría no se habían tocado desde el último siglo. Ese túnel era uno de ellos, abandonado y olvidado. Nezumi no podría haber pedido un entorno mejor. Cerró los ojos y visualizó el mapa de No.6 que había visto en el ordenador.
La probabilidad de que estuviese en la abandonada ruta K0210 era muy alta. Si lo era, debería seguir hasta el área residencial llamada Chronos. Pero, claro está, también podría seguir hasta un callejón sin salida. Pero si había decidido vivir, seguir adelante era lo único que podía hacer. Nezumi, en el estado que estaba, no tenía tiempo ni para elegir ni para pensar.
El aire se movió. Ya no era el mismo aire de antes, sino aire fresco y húmedo. Recordó que en la superficie llovía con fuerza. Era seguro que el túnel estaba conectado al exterior.
Nezumi inhaló, y olió el aroma de la lluvia.
***
El 7 de septiembre de 2013 era mi decimosegundo cumpleaños. Ese día, una borrasca tropical, o huracán, que se había formado en el suroeste del océano pacífico, fue moviéndose, haciéndose más fuerte, hasta que impactó contra la ciudad de No.6.
Era el mejor regalo que había tenido nunca. Estaba muy emocionado. Sólo eran un poco más de las cuatro de la tarde, pero ya estaba oscureciendo. Los árboles del jardín se inclinaban por el viento, arrancaba las hojas y las ramas más pequeñas. Me encantaba el ruido ensordecedor que hacían. Era todo lo contrario al ambiente usual del vecindario, en el cual casi nunca se hacía ruido.
Mi madre prefería los árboles pequeños a las flores, y gracias a su entusiasmo en plantar almendros, camelias y arces por todas partes, nuestro jardín parecía un pequeño bosque. Gracias a eso también, había un ruido ensordecedor Cada árbol crujía de una forma distinta. Las ramas y hojas que había arrancado el aire chocaban contra la ventana para volver a salir volando enseguida. Y de vez en cuando ráfagas de viento chocaban contra la ventana.
Me moría por abrirla. Ni siquiera un viento tan fuerte como este podía romper el cristal, así que la temperatura y la humedad de la habitación no había cambiado. Por eso es por lo que quería abrir la ventana. Abrirla y dejar que entrara el aire, la humedad y la lluvia. Para que cambiara.
“Sion” me dijo la voz de mi madre desde el intercomunicador. “Espero que no estés pensando en abrir la ventana.”
“No.”
“Bien… ¿Te has enterado? Se están inundando algunas partes del Bloque Oeste. Es horrible, ¿verdad?”
No parecía que se sintiera mal por ello para nada.
Fuera de No.6, la tierra se dividía en cuatro bloques – Este, Oeste, Norte y Sur. La mayoría de tierras de los bloques del Sur y el Este eran granjas o pastos. Proveían el 60% de los vegetales y el 50% de la carne. En el Norte, había bosques y montañas inmensos, conservados por el Comité Central de Administración.
Sin permiso del Comité estaba prohibido entrar en esa área. Aunque tampoco es que nadie quisiera adentrarse en esa jungla que no tenía el más mínimo mantenimiento.
En el centro de la ciudad había un parque forestal enorme que ocupaba una sexta parte del área de la ciudad. En él, uno podía experimentar los cambios de estación e interactuar con los cientos de especies de pequeños animales e insectos que vivían allí.
La mayoría de los ciudadanos se contentaban con la vida salvaje del parque. A mi no me gustaba demasiado. Lo que menos me gustaba era el edificio del Ayuntamiento, que se alzaba en el centro del parque. Tenía cinco pisos subterráneos y otros diez en la superficie, y tenía forma de cúpula. No.6 no tenía rascacielos, así que quizás “alzarse” era exagerar. Pero aún así, tenía un aspecto ominoso. Mucha gente lo llamaba la “Lágrima de la Luna” por que era redondo y blanco, pero a mí me recordaba más a una ampolla. Una ampolla que había salido en el centro de la ciudad. Y, como si estuviesen rodeándolo, estaban el hospital y el Departamento de Seguridad, conectados por unos tubos que parecían tuberías de gas. Y, rodeándolo todo, estaba el bosque. El parque forestal, un lugar de paz y tranquilidad para los buenos ciudadanos. Todas las plantas y animales que había allí estaban vigiladas en todo momento, y se documentaba todo sobre las flores, frutas y animales en cada estación.
Los ciudadanos podían ver cual era el mejor momento para observarlos a través del sistema de la ciudad. Una naturaleza perfecta, obediente. Pero hasta esa naturaleza iba a estar furiosa hoy. Después de todo, era un huracán.
Una rama, que aún tenía las hojas, chocó contra la ventana. Le siguió una ráfaga de aire, y su sonido resonó unos instantes. Por lo menos, pensé, puedo oírlo resonar. El cristal insonorizado no me dejaba escuchar el ruido que había fuera. Quería apartar el cristal, oír, sentir el viento. Sin pensarlo, abrí la ventana. El viento y la lluvia entraron. El viento rugió como si saliese de las profundidades de la tierra. Un rugido que no había oído en mucho tiempo. Levanté las manos y grité. Se perdería en el fuerte viento y nadie lo escucharía. Aún así grité, sin que significara algo. Gotas de lluvia cayeron en mi garganta. Sabía que estaba siendo infantil, pero no podía parar. Empezó a llover más fuerte. ¿Cómo de emocionante sería quitarme la ropa y entrar de sopetón en la lluvia? Intenté imaginarme a mi mismo desnudo, corriendo en medio de la tormenta. Dirían que estoy loco, seguro. Pero era una tentación irresistible. Abrí la boca otra vez, y me tragué las gotas. Quería reprimir este impulso tan raro. Me daba miedo lo que acechaba en mi interior. A veces me encuentro a mí mismo abrumado por una oleada de emociones salvajes.
Rómpelo.
Destrózalo.
¿Destrozar qué?
Todo.
¿Todo?
Se escuchaba una alarma. Me avisaba de que las condiciones atmosféricas de la habitación estaban deteriorándose. En poco tiempo, la ventana se cerraría automáticamente. Se pondrían en marcha las funciones para acabar con la humedad y el control de temperatura, y entonces todas las cosas húmedas que había en la habitación, incluido yo, estaríamos secos en seguida. Me sequé la cara en la cortina y fui hacia la puerta para desactivar el sistema de control de aire.
¿Qué hubiese pasado, si hubiese obedecido al sistema de alarma? A veces, todavía me lo pregunto. Si hubiese cerrado la ventana y me hubiese quedado en mi habitación, mi vida habría sido completamente diferente. No me arrepentía ni nada por el estilo. Era solo un pensamiento peculiar. Lo único que cambió mi vida, totalmente controlada hasta ese momento, fue a causa de esa pequeña coincidencia – que ese 7 de septiembre de 2013, un día de tormenta, había abierto la ventana. Era un pensamiento muy peculiar.
Y aunque no creo en ningún dios en concreto, hay veces en las que sí lo hago en la “mano divina”.
Apagué el interruptor. El sonido de advertencia se detuvo. Y un repentino silencio cayó sobre la habitación.
Heh.
Escuché una leve risa detrás de mí. Me giré instintivamente, y deje salir un pequeño grito. Había un chico ahí de pie, chorreando. Tarde un poco en darme cuenta de que era un chico. Tenía el pelo por los hombros y le cubría casi toda la cara. La camiseta dejaba ver que su cuello y sus brazos eran delgados. No podía decir si era un chico o una chica, ni si era más joven o más mayor de lo que parecía. Mis ojos estaban demasiado fijados en su hombro izquierdo, que tenía machas rojas, como para pensar en otra cosa.
Era el color de la sangre. Nunca había visto a nadie sangrar tanto como lo estaba haciendo él en ese momento. Instintivamente, le tendí la mano. La figura del intruso desapareció. Al mismo tiempo, noté como un empujón me estampaba contra la pared. Noté algo frío en el cuello. Eran unos dedos, cinco, apretándome la garganta.
“No te muevas,” dijo.
Era más bajo que yo. Mientras me ahogaba, intentaba mirarlo a los ojos. Eran de un gris oscuro y claro a la vez. Nunca había visto un color como ese antes. Sus dedos apretaron más. No parecía que tuviese fuerza, pero aún así no podía moverme. No era algo que pudiese hacer una persona normal.
“Ya veo,” conseguí decir. “Estás acostumbrado a hacer esto.”
El par de ojos grises no pestañeaba. Con la vista aún fija, se calmaron como la suave superficie del océano, y dejé de ver en ellos cualquier rastro de amenaza, miedo o ganas de matar. Eran unos ojos tranquilos. Sentí como iba desapareciendo mi propio pánico.
“Me ocuparé de tu herida,” dije, humedeciéndome los labios. “Estás herido, ¿verdad? Me ocuparé de la herida.”
Podía verme a mí mismo reflejado en los ojos del intruso. Por un momento, sentí como si fuesen a absorberme. Aparté la mirada y hablé otra vez.
“Me ocuparé de tu herida. Tenemos que detener la hemorragia. Detener. Entiendes lo qué te estoy diciendo, ¿verdad?”
La presión en mi cuello se aflojó un poco.
“Sion.”
La voz de mi madre habló por el intercomunicador. “Has abierto la ventana, ¿verdad?”
Tomé aliento. Me sentía bien. No pasa nada, me dije a mí mismo. Podía hablar sin que me temblara la voz.
“¿La ventana…? Ah, sí, está abierta.”
“Te vas a constipar como no la cierres.”
“Lo sé.”
Podía oír a mi madre reírse al otro lado de la línea.
“Has cumplido doce años hoy pero te sigues comportando como un niño.”
“Vale, vale… Esto, ¿mamá?”
“¿Qué?”
“Tengo que hacer un trabajo. No me interrumpas, ¿vale?”
“¿Un trabajo? ¿No acabas de empezar las clases del grupo avanzado?”
“¿Eh? Oh… bueno, estamos muy ocupados.”
“Ya veo… Bueno, no sobre esfuerces. Baja a la hora de cenar.”
Los dedos fríos se retiraron de mi garganta. Mi cuerpo estaba libre. Alargué la mano para volver a encender el sistema de control de aire. Me aseguré de dejar el sistema de seguridad apagado. Si no lo hacía, detectaría al intruso como alguien desconocido, y empezaría a armar un escándalo. Si reconocía a la persona como ciudadano de No.6 no pasaría, pero dudaba que el intruso empapado tuviese ciudadanía.
La ventana se cerró y el aire caliente empezó a circular por la habitación. El intruso de ojos grises se desplomó y se apoyó en la cama. Suspiró larga y pesadamente. Estaba muy débil. Saqué el botiquín de primeros auxilios. Le tomé el pulso, rasgué su camiseta y empecé a limpiarle la herida.
“Esto…”
Sólo podía mirar fijamente. Nunca había visto una herida como esta. Una especie de corte poco profundo en el hombro.
“¿Es una herida de bala?
“Sí,” contestó como si nada. “Fallaron por poco. ¿Cómo lo definirías tú? ¿Un rasguño?”
“No soy ningún especialista. Soy un estudiante.”
“¿Del curso avanzado?”
“A partir del mes que viene.”
“Eres un listillo, ¿eh?”
Se podía oír el sarcasmo en su voz. Aparté la vista de su herida para mirarle a los ojos.
“¿Te estás burlando de mí?”
“¿Burlándome? ¿Mientras me curas la herida? No. Bueno, ¿cuál es tu especialidad?”
Le dije que me especializaba en ecología. Acababan de admitirme en el curso avanzado. Ecología. No tenía nada que ver con cómo tratar un disparo. Mi primera experiencia. Era emocionante. Vamos a ver, ¿qué tengo que hacer primero? Desinfectar, vendar… ah sí, tenía que detener la hemorragia.
“¿Qué haces?”
Observó como sacaba la jeringuilla del kit y tragó saliva.
“Anestesia local. Vale, vamos a empezar.”
“Espera un momento, vas a anestesiarme, ¿y después qué?”
“Voy a coser la herida.”
Supuestamente, lo dije con una sonrisa en la cara que delataba lo emocionado que estaba. Eso fue algo que descubrí más tarde.
“¡Coser la herida!” ¿No se te ha ocurrido nada más rudimentario?”
“Esto no es un hospital de última generación, además, una herida de bala en sí es bastante rudimentaria.”
El índice criminal de la ciudad era cero prácticamente. La ciudad era segura y no había necesidad de que los ciudadanos de a pie tuviesen un arma. Sí la tenían, era para cazar. Dos veces al año se permitía cazar. Con los rifles colgados del hombro, los aficionados se aventuraban en las montañas del norte. A mi madre no le gustaban. Decía que no podía entender como había gente que podía matar animales por diversión, y ella no era la única. En los censos que se hacían periódicamente, el 70% de los ciudadanos expresaban su descontento acerca de la caza como deporte. Matar animales inocentes- cuánta violencia, qué crueldad….
Pero lo que sangraba delante de mí no era un zorro o un ciervo. Era una persona.
“No puedo creerlo,” murmuré para mí.
“¿Creer el qué?”
“Que hayan personas que disparen a otras personas… a no ser que… ¿te ha disparado alguien del club de caza por error?”
Sus labios se curvaron. Estaba sonriendo.
“Club de caza, ¿eh? Bueno, supongo que puedes llamarlos así. Pero no me dispararon por error.”
“¿Sabían que le estaban disparando a una persona? Eso va en contra de la ley.”
“¿En serio? En vez de un zorro, estaban cazando a una persona. Una caza de hombres. No creo que esté en contra de la ley.”
“¿Qué quieres decir?”
“Que hay cazadores y cazados.”
“Sigo sin entender lo que estás diciendo.”
“Me lo imaginaba. No necesitas entenderlo. ¿Vas a pincharme de verdad? ¿No tienes anestesia en spray o algo de eso?”
“Siempre he querido pinchar a alguien.”
Desinfecté la herida y apliqué la anestesia con tres pinchazos alrededor del área herida. Me temblaban las manos por los nervios, pero la cosa fue bien.
“Debería empezar a dormirse en poco tiempo, entonces-”
“Vas a coser la herida.”
“Sí.”
“¿Tienes experiencia?”
“Pues claro que no. No estudio medicina. Pero tengo conocimientos básicos sobre los vasos sanguíneos. Lo vi en un vídeo.”
“Conocimientos básicos, ¿eh…?”
Tomó aire y me miró a los ojos. Tenía unos labios delgados, los pómulos hundidos y una piel pálida con cicatrices. Tenía la cara de alguien que no había vivido una buena vida. Tenía el aspecto de una presa a la que habían perseguido sin descanso y que no tenía un lugar al que regresar. Pero sus ojos eran diferentes. No mostraban ninguna emoción, pero podía sentir el poder que salía de ellos. ¿Era vitalidad? Me lo preguntaba. Nunca había conocido a nadie con unos ojos tan memorables como esos. Y esos ojos no dejaban de mirarme fijamente.
“Eres raro.”
“¿Y eso por qué?”
“Ni siquiera me has preguntado como me llamo.”
“Bueno, yo tampoco te he dicho como me llamo.”
“Sion, ¿verdad? ¿Cómo la flor?”
“Sí. A mi madre le gustan las flores. Y tú qué, ¿cómo te llamas?”
“Nezumi”[1]
“¿Eh?”
“Me llamo así.”
“Nezumi… eso no es...”
“¿No es qué?”
Ese color de ojos no era el de una rata. Era algo más elegante. Como… el cielo justo antes del amanecer- ¿no? Me sonrojé, avergonzando de haberme encontrado a mí mismo pensando como un poeta de pacotilla. Hablé en voz alta.
“Bien, allá vamos.”
Acuérdate de los pasos básicos de sutura, me dije a mí mismo. Da dos o tres puntadas firmes, y úsalas como base para los demás puntos… esto tiene que hacerse con mucho cuidado y precisión… para suturar…
Me temblaron los dedos. Nezumi observaba mis manos en silencio. Estaba nervioso, pero también estaba emocionado. Estaba poniendo en práctica lo que había aprendido de un libro. Era estimulante.
Sutura hecha. Presioné una gasa limpia en la herida. Una gota de sudor se deslizó por mi frente.
“Así que eres listo.”
La frente de Nezumi también estaba perlada de sudor.
“Soy bueno con las manos.”
“No solo con las manos. También tienes un buen cerebro. Tienes doce años, ¿no? Y vas a estudiar en el curso avanzado de una prestigiosa institución. Eres de la élite.”
Esta vez, no había rastro de sarcasmo. Ni siquiera uno diminuto. Aparté las gasas sucias y el instrumental en silencio.
Hace diez años, había quedado en primer lugar en la clasificación de los exámenes para personas de dos años. La ciudad provee a aquellos que quedan los primeros en las clasificaciones, ya sean de habilidades mentales o físicas, con la mejor educación que podrían desear. Hasta que cumplí los diez años, había ido a clases en instituciones que superaban a las que solían ir los niños de mi edad. Bajo el ojo de unos tutores expertos, se nos daba una educación básica, y después nos asignaban a cada uno un tutor para especializarnos en lo que quisiéramos. Desde aquel día en el que quedé el primero, se me prometió un futuro. Era algo seguro. Nada podía evitarlo. O por lo menos, se suponía que era así.
Cuando me levanté por la mañana, Nezumi se había ido. La camiseta, la toalla y el kit de primeros auxilios tampoco estaban.
“La cama tiene pinta de ser cómoda,” murmuró Nezumi, todavía apoyado en ella.
“Puedes acostarte, pero cámbiate primero.”
Dejé caer en el regazo de Nezumi una camiseta limpia, una toalla y una caja de antibióticos. Y, sin más, decidí hacer chocolate caliente. Tenía lo suficiente en mi cuarto para hacer bebidas calientes.
“No es muy moderno, ¿no?” dijo Nezumi, cogiendo la camiseta.
“Mejor que una camiseta rota y manchada de sangre, si me pides mi opinión.”
Le pasé una taza de chocolate caliente. Por primera vez en toda la noche, vi un atisbo de emoción en sus ojos grises. Placer. Nezumi bebió un poco y murmuró que le gustaba.
“No está mal. Mucho mejor que tus habilidades de sutura.”
“No es justo que lo compares. No ha ido tan mal para ser la primera vez que lo hago.”
“¿Siempre eres así?
“¿Eh?”
“¿Siempre eres así de descuidado? ¿O es normal que personas de la élite como tú no tengáis sentido del peligro?” Continuó diciendo Nezumi, mientras sujetaba la taza con las dos manos.
“Podéis permitiros no sentir miedo de los extraños, ¿eh?”
“Sí que siento miedo. No quiero tener nada que ver con las cosas que me dan miedo. Y tampoco soy tan ingenuo como para creer que alguien que ha entrado en mi casa por la ventana es un ciudadano respetable.”
“Entonces, ¿por qué?”
Tenía razón. ¿Por qué? ¿Por qué le había curado la herida e incluso le había hecho chocolate caliente? No era un desalmado. Pero tampoco era tan buena persona ni tan compasivo como para ayudar a todo aquel que estuviese herido. No era un santo. Odio lidiar con dificultades y desacuerdos. Pero había acogido a este intruso. Si las autoridades lo descubrían, tendría problemas. Me verían como alguien que carece de juicio. Si pasaba…
Mis ojos se encontraron con unos grises. Me pareció ver una risa en ellos. Como si pudiesen ver a través de mí, lo que estaba pensando y se estuvieran riendo de mí. Me armé de valor y lo miré fijamente.
“Si fueses un tipo enorme y agresivo no habría desconectado la alarma. Pero eres pequeño, pareces una chica y no te aguantabas de pie. Así que… así que decidí ayudarte. Y…”
“¿Y?”
Tus ojos eran de un color extraño que no había visto en la vida. Y me atraparon.
“Y… quería poner en práctica eso de suturar vasos sanguíneos.”
Nezumi se encogió de hombros y se bebió lo que le quedaba del chocolate. Se limpió la boca con el dorso de la mano y pasó la mano por la cama.
“¿De verdad puedo acostarme a dormir?”
“Claro.”
“Gracias.”
Esas fueron sus primeras palabras de gratitud desde que había entrado en mi habitación.
Mi madre estaba sentada en el sofá, viendo la tele, cuando bajé. En cuanto se dio cuenta de que había entrado en el salón, me señaló la pantalla. Una mujer, con el pelo largo y liso, estaba leyendo un aviso para los residentes de Chronos.
Un preso se había escapado del correccional del Bloque Oeste, y se le había visto huir en dirección al barrio residencial de Chronos. Debido a eso y al huracán, se había establecido el toque de queda aquel día. Todos los residentes, excepto casos especiales, tenían prohibido salir de casa.
La cara de Nezumi apareció en la pantalla. Debajo, escrito en letras rojas, podía leerse “VC103221”.
“VC…”
Me llevé una cucharada de tarta de cereza a la boca. Todos los años, sin excepción, mi madre me hacía una tarta de cereza el día de mi cumpleaños. Lo hacía porque mi padre había traído tarta de cereza a casa el día que nací.
Según mi madre, mi padre era un derrochador sin remedio que gastaba dinero en mujeres, pero sobre todo en alcohol – estaba a un paso de ser alcohólico. Había vuelto a casa ese día, borracho y con tres tartas de cereza, que estaban tan buenas que mi madre no podía evitar recordar su sabor cada 7 de septiembre. Mis padres se divorciaron dos meses después. Así que, desgraciadamente, no tengo ningún recuerdo de mi padre, el cual estaba a un paso de ser alcohólico. Pero no me suponía ningún problema. Cuando conseguí quedar primero en las listas, a mi madre y a mí se nos dio el derecho de vivir en Chronos, con todos los gastos pagados, incluida la casa. Ningún problema.
“Acabo de acordarme, la alarma del jardín no está activada, pero no pasa nada, ¿no?”
Mi madre levantó la cabeza lentamente. Había engordado mucho últimamente, y parecía que le costaba moverse.
“Esa cosa lo único que hace es molestar. Se activa hasta cuando un gato se sube a la valla, y la gente del Departamento de Seguridad viene cada vez que pasa. Es un fastidio.”
Al mismo tiempo que engordaba, había empezado a llamar “fastidio” a cualquier cosa.
“Míralo. Es tan joven. Un VC… me pregunto que habrá hecho.”
VC. El chip V. Era la abreviatura de Chip de Violencia, un término americano para el dispositivo que usaban para censurar la televisión. Con ese chip, podías programar la televisión para que no mostrara imágenes violentas. Si no recuerdo mal, el término se usó por primera vez en la revisión del Acto de Telecomunicaciones de 1996.
Pero en No.6, ese término significaba algo mucho más importante. Asesinatos, intentos de asesinatos, robos, agresiones y otros crímenes violentos eran los delitos por los cuales se implantaba el chip. Éste permitía rastrear al sujeto y controlar su condición y emociones. VC era el término que se usaba para los criminales violentos.
--¿Cómo se ha quitado el chip?
Si seguía llevando el chip en su cuerpo, rastrearían su localización con el sistema de rastreo en poco tiempo. Tendría que haber sido fácil arrestarlo sin que los ciudadanos se enteraran. Que lo hubiesen publicado en las noticias y que hubiesen impuesto un toque de queda demostraba que no habían podido dar con él.
--¿Es posible que la herida del disparo fuese…? No, no puede ser.
No había visto una herida de bala en mi vida, pero podía afirmar con seguridad que había sido por un disparo a distancia. Si se hubiese sacado el chip disparándose a sí mismo, la herida hubiese sido más grave y también habría tenido quemaduras. Mucho más grave.
“Qué día más feo hace, ¿verdad? Que pena que esté así el día de tu cumpleaños.”
Mi madre suspiró mientras echaba unas ramas de perejil en la olla de estofado que había en la mesa. “Feo” era otra palabra que mi madre usaba mucho últimamente.
Mi madre y yo nos parecíamos bastante. Los dos somos muy sensibles y no nos gusta demasiado socializar. La gente que teníamos alrededor era agradable, tan agradable que no se podía decir nada malo acerca de ellos. Mis compañeros de clase y los ciudadanos eran geniales, inteligentes y tenían una buena educación. Nadie levantaba la voz o insultaba ni trataba a los demás con hostilidad. No había gente rara ni retorcida. Todos tenían un estilo de vida sano, tan sano que hasta una figura con algo de sobrepeso como la de mi madre era algo raro de ver. En medio de este mundo tan estable y pacífico, donde mi madre engordaba y usaba palabras cono “feo” o “fastidio” empezaba a sentir el agobio que me causaba los demás.
Rómpelo.
Destrózalo.
¿Destrozar qué?
Todo.
¿Todo?
La cuchara se me resbaló y cayó al suelo.
“¿Qué pasa? Estabas distraído.”
Mi madre me miró fijamente. Y sonrió.
“Es raro que te distraigas así, Sion. ¿Quieres que desinfecte la cuchara?”
“Oh, no. No pasa nada,” le sonreí. El corazón me latía tan rápido que me costaba respirar. Me bebí el vaso de agua de un trago. Heridas de bala, sangre, VC, ojos grises. ¿Qué era todo eso? No habían existido en mi mundo hasta ahora. ¿Por qué se metían en mi vida de repente?
“¿Sion? En serio, ¿qué pasa?”
Mi madre volvió a mirarme, esta vez con una expresión preocupada.
“Lo siento, mamá. Me preocupa ese trabajo. Voy a terminar de cenar en mi cuarto,” mentí, y me levanté.
“No enciendas la luz.”
Me ordenó una leve voz en cuanto entré en mi habitación. No me gustaba la oscuridad, así que solía dejar la luz encendida. Pero ahora no se veía nada.
“No veo.”
“No necesitas hacerlo.”
Pero si no veía, no podía moverme. Me quede allí plantado con el estofado y la tarta de cereza en la mano.
“Algo huele bien.”
“Te he traído estofado y tarta de cereza.”
Escuché un sonido de aprobación en la oscuridad.
“¿Quieres?”
“Claro.”
“¿Vas a comértelo a oscuras?”
“Claro.”
Moví el pie un poco hacia delante y escuché una risita.
“¿Ni siquiera puedes moverte por tu habitación?”
“La oscuridad no es lo mío, gracias. ¿Puedes ver en la oscuridad?”
“Soy una rata. Claro que puedo.”
“VC 103221.”
En la oscuridad, pude sentir como Nezumi se paralizaba.
“Has salido en las noticias. Eres famoso.”
“Hah. ¿No tengo mejor aspecto en persona? Hey, esta tarta está buenísima.”
Mis ojos se estaban acostumbrando a la oscuridad. Observé a Nezumi.
“¿Vas a poder escapar?”
“Claro.”
“¿Qué has hecho con el chip?”
“Aún lo llevo.”
“¿Quieres que te lo quite?”
“¿Cortar y coser otra vez? No gracias.”
“Pero….”
“No importa. Esa cosa ya no sirve para nada.”
“¿Qué quieres decir?”
“El VC no es más que un juguete. Desactivarlo es un juego de niños.”
“¿Un juguete?”
“Sí, un juguete. Y déjame decirte algo, esta ciudad en sí misma también es un juguete. Un juguete cutre que sólo es bonito por fuera.”
Nezumi se acabó el estofado y la tarta. Suspiró con satisfacción.
“¿Tienes tanta confianza en ti mismo que piensas que vas a escapar aunque la ciudad esté en alerta máxima?
“Claro.”
“Pero hay un control exhaustivo para la gente que no está registrada. Hay un personal muy grande dedicado a eso en esta área.”
“¿En serio piensas eso? El sistema de la ciudad no es tan perfecto como crees. Está lleno de agujeros.”
“¿Cómo puedes decir eso?”
“Porque no soy una parte del sistema. Os han programado perfectamente para que creáis que toda esta mentira es la utopía perfecta. O quizás es simplemente que eso es lo que queréis creer.”
“Yo no.”
“¿Eh?”
“No creo que este sitio sea perfecto.”
Las palabras salieron de mi boca. Nezumi se quedó en silencio. Delante de mí, sólo había oscuridad. No podía sentir su presencia. Tenía razón, era como una rata. Un roedor nocturno, escondido en la oscuridad.
“Eres raro,” dijo, con una voz más leve que antes.
“¿En serio?”
“En serio. Eso no es algo que diría alguien de la elite. ¿No tendrás problemas si lo descubren las autoridades?”
“Sí, y además de los gordos.”
“Tienes a un VC en tu casa y ni siquiera has avisado al Departamento de Seguridad… Si lo descubren tendrás problemas aún más gordos. No te vas a librar fácilmente.”
“Lo sé.”
Nezumi me agarró el brazo de repente. Sus finos dedos se me clavaban.
“¿En serio? Quiero decir, no es mi problema lo que te pase, pero no me gustaría que te echaran de aquí por mi culpa. Me sentiría culpable…”
“Qué considerado por tu parte.”
“Mi madre siempre me decía que no le causara problemas a los demás,” me dijo en voz baja.
“Entonces, ¿te vas?”
“No. Estoy cansado. Además, ahí fuera se ha desatado un huracán. Por fin tengo una cama, así que voy a dormir aquí.”
“Aclárate.”
“Mi padre siempre me decía que separase los modales de lo que quería.”
“Tiene pinta de ser un buen padre.”
Sus dedos se retiraron de mi brazo.
“Supongo que he tenido suerte de que seas raro,” dijo Nezumi quedamente.
“¿Nezumi?”
“¿Hm?”
“¿Cómo has llegado hasta Chronos?”
“No te lo voy a decir.”
“¿Te escapaste del Correccional y viniste a la ciudad? ¿Se puede hacer eso?”
“Claro que se puede. Pero no entré en No.6 yo solo. Me dejaron entrar. Aunque no es que quisiera venir.”
“¿Te dejaron entrar?”
“Sí. Podrías decir que me estaban escoltando.”
“¿Escoltando? ¿La policía? ¿Dónde?”
El Correccional estaba en el Bloque Oeste, una zona de alta seguridad. Cualquiera que quisiera entrar de No.6 desde allí tenía que pedir una autorización al Departamento. Los que tenían permisos especiales podían entrar y salir cuando querían, pero si pedías la autorización por primera vez, podía pasar hasta un es para que se aceptara la solicitud – y normalmente las que se aceptaban no llegaban al 10%. El número de días que podías permanecer en la ciudad también estaba muy limitado. Y, como es normal, el Bloque Oeste se empezó a llenar de gente. Más gente esperando la autorización significaba más gente viviendo allí más comercios para satisfacer sus necesidades. Así que todavía más gente iba allí para abrir un negocio. Nunca he estado en el Bloque Oeste, pero he oído que es un lugar bastante caótico pero que está muy animado. El índice criminal es bastante alto allí. La mayoría de los VC que están en las celdas del Correccional son del Bloque Oeste. Dependiendo de la edad, el historial criminal y el grado de violencia del crimen se aplicaban sentencias que iban desde un año hasta cadenas perpetuas. No había pena de muerte. El Bloque Oeste era una especie de fortaleza que contenía a los criminales y evitaba que éstos entraran en la ciudad. Así que, que escoltaran a un VC a la ciudad era… ¿Hacia dónde iban? ¿Y para qué?
Nezumi se subió a la cama.
“Seguramente a la Lágrima de la Luna.”
“¡El ayuntamiento!” exclamé. “¿Al centro de la ciudad? ¿Para qué?”
“No te lo voy a decir. Es algo que no deberías saber de todas formas.”
“¿Por qué no?”
“Estoy cansado. Déjame dormir.”
“¿Es algo que no puedes decirme?”
“¿Puedes asegurarme que vas a olvidarte de todo lo que te cuente una vez que haya terminado? ¿Hacer como que nunca lo has oído? ¿Mentir y decir que no sabes nada? Puede que seas listo, pero no eres un adulto. No puedes mentir tan bien como uno.”
“Supongo, pero…”
“Pues no preguntes. A cambio, no le diré nada a nadie.”
“¿Eh? ¿De qué?”
“De como estabas gritando por la ventana”
Me había visto. Podía sentir como me ardía la cara de la vergüenza.
“Me cogió por sorpresa. Había entrado en tu jardín y estaba pensando qué hacer y de repente abriste la ventana y sacaste la cabeza.”
“Espera un momento-”
“Estaba mirando a ver que iba a ser lo próximo que ibas a hacer, y entonces empezaste a gritar. No me lo esperaba. Creo que nunca había visto gritar a alguien con esa cara como si-”
“¡Cállate!”
Me lancé contra Nezumi, pero lo único que sentí fue la almohada al caer encima de ella. En cuestión de segundos Nezumi estaba de pie. Me pasó una mano por debajo del brazo, y me dio la vuelta con un giro rápido. Nezumi se subió encima de mí y me sujetó los brazos con una sola mano. Sus piernas estaban a ambos lados de mis caderas, presionando con fuerza. Durante un instante, sentí un cosquilleo bajándome por las piernas hasta llegar a los pies. Era increíble. Me había atrapado e inmovilizado contra mi propia cama en menos de un segundo. Con la mano que tenía libre, Nezumi cogió la cuchara y le dio la vuelta. Acercó el mango a mi garganta y lo deslizó sobre ella. Se inclinó para que sus labios quedaran a la altura de mi oído.
“Si esto fuese un cuchillo,” me susurró, “estarías muerto.”
Sentí moverse los músculos de mi garganta. Increíble.
“Es increíble. ¿Tiene truco?”
“¿Eh?”
“¿Cómo puedes inmovilizar a alguien tan rápido? ¿Aprietas algún nervio en especial o algo?”
Aflojó la fuerza con la que me empujaba hacia abajo. Nezumi se dejó caer encima de mí, temblando – se estaba riendo.
“No me lo puedo creer. Eres gracioso,” dijo.
Abracé a Nezumi y metí la mano por la parte de la espalda de la camiseta. Estaba caliente. Tenía la piel ardiendo y empapada de sudor.
“Lo sabía… estás cogiendo fiebre. Deberías tomarte los antibióticos.”
“Estoy bien… sólo quiero dormir.”
“Si no baja la fiebre será peor. Estás ardiendo.”
“Tú también estás caliente.”
Nezumi suspiró profundamente, y murmuró para sí mismo.
“Los vivos están calientes.”
Se quedó quieto, y no pasó mucho tiempo hasta que pude escuchar su respiración regular. Con su cuerpo febril entre mis brazos, y antes de darme cuenta, yo también me estaba durmiendo.
Muy buena la traducción!
ResponderEliminarVengo a proponerte algo^^ te gustaría que tradujéramos la novela n°6 en cooperación? Así sería más liviano para ambos, yo tengo un fansub pequeño, del cual no tienes que preocuparte, casi no existe xDD
Que te parece? :D
Muchas gracias^^
ResponderEliminarLo siento, pero es que estoy en un fansub y se van a poner allí xD
Ya, no importa :)
ResponderEliminarhabria sido divertido si XD
¡Hola! Soy FakeCheshireCat, del chat de Lancha-sensei (intentaré no poner caritas).
ResponderEliminarMe gusta mucho tu traducción, al principio pensé que la habías hecho a partir del blog 19.04 (luego vi que no), está muy bien interpretada. Lo único que me hizo mal pensar fue el fragmento:
“Tú también estás caliente.”
Nezumi suspiró profundamente, y murmuró para sí mismo.
“Los vivos están calientes.”
Warm en el contexto se traduce como cálido, pero caliente tambien está bien (lo de mal pensar puede que sea culpa de la mente retorcida).
¡Te sigo a partir de ahora!
¡Buenas! Me acuerdo de ti del chat del LS xDD
EliminarGracias por tu comentario, anima bastante a seguir saber que hay gente a la que le gusta mi traducción^^ Ese fragmento que dices en parte lo exageré un poco (mi fangirl interna mal pensada... xD).
kyaaaaa!!!!!!!!!!
ResponderEliminarMuchas gracias por publicar tu traduccion
creo que es la mejor que eh visto hasta ahora...
XD
muchas gracias de verdad, lo de "caliente" tambien
mi mente volo....
jajajajajaj lo de caliente si... como no pensar otras cosas ?
ResponderEliminarme encantó. Muchisimas gracias por la traducción
Es decir que entonces cuando yo vi todo No.6 y esta novela es la traducción del anime...yo pensé que era 1 traducción de lo que sigue el capitulo final y luego seguia en novela -.- pero igual hiciste bien la novela.Ahora sé muy bien que el capitulo final que lo vi a todo el anime...¡ah¡ te tengo que avisar que Shion es 1 flor lila que le puso su madre xD jajaja eso te faltaba.
ResponderEliminar¿Cómo va a ser la novela la continuación del anime, si el anime está basado en la novela? xD Lo de Shion se explica en la novela si mal no recuerdo, así que no es necesaria ninguna nota como pasa con el nombre de Nezumi.
EliminarHola!... disculpa tengo una duda... la parte que dice:
ResponderEliminarRómpelo.
Destrózalo.
¿Destrozar qué?
Todo.
¿Todo?...
Eso quien lo dice, o porque esta ahi no lo entiendo, no tiene secuencia si quiera con el texto, o por lo menos yo no la encuentro, ademas de que se repite 2 veces...
Se supone que son los sentimientos de Shion en ese momento, por decirlo de alguna forma. No lo dice nadie.
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