Capítulo 2
Escenas tranquilas
Soy el desesperado, la palabra sin ecos,
el que lo perdió todo, y el que todo lo tuvo.
Última amarra, cruje en ti mi ansiedad última.
En mi tierra desierta eres tú la última rosa.
el que lo perdió todo, y el que todo lo tuvo.
Última amarra, cruje en ti mi ansiedad última.
En mi tierra desierta eres tú la última rosa.
-Neruda, Veinte poemas de amor y una canción desesperada
En No. 6 la mayoría de la población estaba formada por personas de menos de cuarenta años. Era una ciudad joven. Por esa razón, la persona mayor que acababa de pasar por su lado destacaba muchísimo.
Daría lo que fuese por no envejecer.
Estaba enferma de ver mujeres obesas de pelo blanco y de ver hombres arrugados y huesudos.
La mujer era una enfermera que trabajaba en el Hospital Central Municipal que estaba bajo la dirección directa del Departamento de Salud e Higiene. Ella estaba a cargo del ala de ancianos. A pesar de aborrecerlos, tenía que trabajar con ellos todos los días.
¿Por qué se molestan en estar vivos?
La mujer se pasó la mano por el pelo largo y castaño del cual estaba tan orgullosa. No podía soportar la idea de que el pelo se le volviese blanco y le saliesen arrugas y manchas en la piel. Preferiría morir antes que tener ese aspecto.
Lo decía en serio. No.6 tenía unas instalaciones para los ancianos muy avanzadas. Algunos decían que los centros de las otras ciudades no se podían comparar.
Cuando las personas llegaban a cierta edad y se les enviaba una notificación de la ciudad, tenían autorización para vivir en un sitio llamado Twilight Cottage, sin tener en cuenta su clase social, sexo o historia personal.
Twilight Cottage era un centro que se había construido para que los ancianos pasasen el resto de su vida con abundancia y comodidad. La gente decía que para ellos era un paraíso: se les daba tratamiento médico para el dolor, se eliminaban todas las cosas que pudiesen causarles estrés o herirlos. Era una instalación bajo el control directo de la ciudad, y todas las semanas trasladaban a varias personas desde el Hospital Central en el que trabajaba la mujer. No se sabía qué edad o criterio determinaba cuando se mandaba la gente a Twilight Cottage. Aunque no eran muchos, había algunos ancianos que morían a causa de una enfermedad o un accidente antes de obtener el derecho de vivir allí. Por eso los ancianos se regocijaban cuando recibían la notificación.
Había pasado con la mujer que había muerto ayer. Tenía una enfermedad que hasta los eminentes médicos de No. 6 habían tachado de incurable.
“Me alegro. Ahora puedo pasar el resto de mis días en paz. Le doy gracias a Dios y a la ciudad por su compasión.”
La mujer, que decía ser una creyente, había juntado sus manos a la altura del pecho y había murmurado una plegaria antes de salir del ala del hospital.
Twilight Cottage. La mujer no sabía dónde estaba. La ciudad tampoco había hecho público su paradero. Pero a la mujer no le interesaba Twilight Cottage.
La mujer odiaba a los ancianos. Su odio estaba del mismo lado de la moneda que el miedo que sentía a envejecer. La mujer era joven y hermosa. Y quería estar así para siempre. A través de su trabajo, había escuchado rumores de que la ciudad estaba centrando más que nunca su investigación médica en entender el mecanismo de la vida. También había escuchado que la ciudad estaba invirtiendo muchos fondos en la investigación molecular relacionada con el envejecimiento.
Si se desarrollase un medicamento que detuviese el envejecimiento – si pudiese quedarse así para siempre y no envejecer nunca – sería maravilloso. Quería que tuviesen éxito lo antes posible.
Casi había llegado a la estación. Sus padres estaban esperando en casa, en una pequeña casa en un pueblo que estaba a dos estaciones. Un hombre y una mujer que empezaban a entrar en la tercera edad y ambos eran neuróticos y pretenciosos. Seguían quejándose de que su hija no había destacado en ninguno de los campos de la ciudad. No quería envejecer así.
La mujer se paró a mirar su reflejo en el cristal de un escaparate. Acabo de salir del trabajo, así que supongo que no puedo evitar tener este aspecto de cansada. Pero, aun así, hermosa. Mi pelo, mi piel – todavía joven, todavía hermosa.
Compraría algo antes de volver a casa. A través del escaparte podía ver los espléndidos vestidos, los hermosos zapatos y los prácticos trajes de pantalón que llenaban la tienda. En esa ciudad podía conseguir lo que quisiese. Claro está, limitado a su rango financiero.
Excluyendo a la pequeña parte de la población que vivía patéticamente en Lost Town, los ciudadanos no tenían problemas para conseguir lo que quisiesen, siempre y cuando no fuesen artículos de la más alta clase. Podían obtener ropa, comida y casa sin ninguna dificultad.
No estaba tan bien como lo estaba para los residentes de Chronos, pero era mejor que la gente que vivía en Lost Town. Vivía una vida relativamente cómoda.
La mujer estaba satisfecha con su posición. Quería disfrutar su juventud, su hermosura, comodidad y la vida que tenía por delante.
Se detuvo. Unos zapatos expuestos en el escaparate habían llamado su atención. Eran unos zapatos rosa pálido. Acababa de empezar el invierno pero ya estaban empezando a sacar la ropa de la temporada de primavera. Los zapatillos brillaban: ahí estaban, antes que en cualquier otra tienda; más rápidos que nadie; adelante; adelante; más y más; la invitaban.
La Fiesta Sagrada era el próximo mes. Era el día que señalaba la creación de la ciudad. Iban a celebrarse fiestas y a realizarse espectáculos por toda la ciudad. La mujer tenía planeado asistir a dos fiestas.
Voy a comprarme estos zapatos. Y luego me compraré un vestido a juego. Me va a sentar genial, estoy segura.
Justo en el instante que empezaba a esbozar una sonrisa de satisfacción se mareó un poco. Después del pequeño mareo empezó a arderle la base del cuello.
¿Qué me pasa? – Estoy cansada – Me pesa el cuerpo.
Se le fue la fuerza de las piernas. Tenía nauseas.
Tengo que descansar en alguna parte…
Se metió en un callejón entre dos tiendas. Se supone que tenía que haber una Clínica Médica, dirigida por el Hospital Central, atravesando el callejón.
Tengo que llegar…
Le ardía el cuello. Tenía la sensación de que había algo revolviéndose bajo su piel. Tuvo la extraña sensación de que la estaban dejando seca.
¿Qué-?
Tropezó y cayó. Se le abrió el bolso y se esparció por el suelo todo lo que llevaba dentro. Extendió la mano para recoger sus cosas y gritó cuando se dio cuenta de lo que estaba viendo.
Manchas – manchas negras, como las que le salían a los ancianos, y le estaban saliendo unas cuantas. Su piel empezó a perder humedad y a cuartearse con rapidez.
No puede ser - ¿Qué – qué está pasando-?
La mujer cogió su espejito y se miró. Volvió a gritar. Pero tenía la voz áspera y no fue apenas más que un suspiro.
Mi cara – mi cara –
Su cara, hermosa hasta hacía uno instantes, estaba cambiando rápidamente ante sus ojos. Las arrugas le surcaban la piel, tenía manchas y se le empezó a caer el pelo.
Algo se movió en la base de su cuello. Había algo vivo dentro de su cuerpo. La mujer, aterrorizada, se dio cuenta de que algo se estaba quedando con su cuerpo.
No, ayuda – papá – mamá – salvadme –
Vio la cara de sus padres.
Mamá, papá…
Extendió los dedos suplicando, pero lo único que alcanzó fue aire. Perdió la consciencia.
Karan se sentó y suspiró, una vez de las muchas que lo había hecho hoy. Podría llorar, podría tirarse al suelo, pero no conseguiría nada. La realidad no cambiaría. Entonces, al menos, seguiría desafiante. Se mantendría firme, alzaría la cabeza y no se avergonzaría.
Eso era lo que pensaba, pero poco después volvía a suspirar.
No puedo hacer nada. No tengo fuerza…
Karan intentó abrir las manos que tenía sobre el regazo. Los cálidos rayos del sol invernal le acariciaron las palmas de las manos. Previó otro suspiro.
Karan había cerrado la pequeña panadería que tenía en Lost Town y había pasado el día andando por ahí. Había ido a visitar a Safu, a la lujosa casa del vecindario de Chronos en la que vivían ella y su abuela.
Si a los ciudadanos se les reconocía que destacaban en cualquiera de los campos de la ciudad se les permitía vivir en Chronos, sin tener en cuenta su sexo, educación o estructura familiar. La ciudad les proveía de una casa y de un entorno especial para el desarrollo de cada actividad.
Cuando Sion había conseguido clasificarse en los exámenes que les hacían a los dos años, a Karan se le había proporcionado una casa en Chronos. Comodidades, una vida segura – igual que alguien de la elite, gracias a su hijo, que seguramente llegaría a los escalones más altos de No. 6, Karan estaba en una posición que muchos envidiaban y deseaban.
Una posición que muchos envidiaban y deseaban – una vida cómoda libre de las preocupaciones que podía traer el mañana; libre de hambre o violencia; una vida en la que el ambiente interior, seguridad, higiene y condiciones físicas estaban monitorizados.
Karan cerró la mano con lentitud. Tenía los dedos mucho más ásperos que cuando vivía en Chronos y a veces se le agrietaban y sangraban.
Pero hasta que perdí a Sion, era mucho más feliz que cuando vivía en Chronos.
Perfecto, así no tienes que estar pendiente tú de actualizarlo^^ ¡Muchas gracias! Me alegra que te guste la traducción^^
ResponderEliminarohmygackt72@gmail.com
ResponderEliminarAvisa cuando la hayas mandado que no suelo entrar mucho a ese correo y para ocultar el comentario que no sea visible xD
¿Post Principal? Acabo de perderme... xD
ResponderEliminarHe estado mirando para actualizar y tal y la cosa está en que no me apaño muy bien xD
ResponderEliminar¿Me podrías dar tu msn o algo para hablar? El correo del blog y tal no es el que suelo usar normalmente.