Capítulo 1
Se abre el telón
¡Aúlla, aúlla, aúlla! ¡Eres un hombre de piedra!
Tuviese yo tus ojos y tu lengua, ¡los usaría
Para hacer temblar la bóveda del cielo! Ella se ha ido para siempre.
-Rey Lear Acto V Escena III
Detrás dela puerta había un mundo de oscuridad.
Hacía muchísimo frío. El hombre tembló y se subió el cuello de la chaqueta. Su abrigo estaba hecho del cachemir más fino y era ligero y cálido. También tenía un sensor automático que detectaba la temperatura corporal y la del aire para ajustar la temperatura dentro del abrigo adecuadamente. En sensor era más pequeño, ligero y fino que el sello de una carta.
Podía sentir el aire frío golpeándole la parte de la cara que tenía expuesta, pero el resto del cuerpo estaba envuelto en el cálido abrigo. Así que cuando el hombre había temblado, no había sido por el frío.
Había sido por la oscuridad. Estaba muy oscuro.
No. 6, donde vivía el hombre, era una ciudad de luz. Brillaba y estaba envuelta en luz sin importar si era de día o de noche. La luz no lo único a lo que tenía total acceso: gracias a los avances en la biotecnología, siempre había comida disponible sin importar el tiempo o la estación. Siempre y cuando estuviesen dentro de la ciudad, la gente podía llevar una vida de abundancia, seguridad e higiene. Aparte de ellos, había otras cinco ciudades en el mundo, pero ninguna de ellas tenía un entorno tan perfecto como el suyo. De ahí venía el sobrenombre de Ciudad Sagrada.
El hombre ocupaba un puesto importante en el gobierno de la Ciudad Sagrada. Dentro del Departamento de Administración Central, ocupaba lo que equivalía al tercer puesto más poderoso. Era un elite entre la elite. Su hijo, que iba a cumplir los tres años aquel año, también había quedado el primero en los Exámenes Infantiles. El hombre ya estaba realizando un Curso Especial de crianza. Si no había ningún problema – y no los habría, porque nunca pasaba nada por sorpresa dentro de la Ciudad Sagrada – entonces su hijo, perteneciente a la elite también, podría conseguir una vida en la que no le faltase de nada. Era algo que tenía asegurado.
El hombre no podía dejar de temblar. Que oscuro estaba. Cuanta aprensión le provocaba. No tenía ni idea de que esas horas de la noche podían ser tan oscuras. No tenía ni idea hasta que puso los pies en el Bloque Oeste.
¿Qué está haciendo?
El hombre que se suponía que iba a recogerle, no estaba. Lo normal era que estuviese esperándole en la oscuridad, pero, aquella noche, no había ni rastro de él.
¿Habrá pasado algo?
Quizás ha habido algún problema.
Y si así era… no era algo bueno.
El hombre exhaló en la oscuridad.
Era mejor no perder más tiempo allí. Tenía que volver a pasar por la puerta y volver a la Ciudad Sagrada. Tenía que hacerlo.
La razón le decía que volviese, que se diese la vuelta y volviese a la luz y a la comodidad. Pero el hombre no podía moverse.
Sólo un poco más. Esperaré otros cinco minutos.
Era una relación pasajera. Era una relación basada en el placer y la decadencia que iba a durar unas cuantas horas. Esta relación, las horas que iba a pasar entreteniéndose con las mujeres del Bloque Oeste, era lo que impedía que empezase a andar. Que tentador era pasar unas horas borracho y acompañado de mujeres con el pelo y los ojos de todos los colores. Ya hacía casi un año desde la primera vez que había sucumbido a la tentación. Y no había forma de salir.
La dirección de la Ciudad se estaba haciendo más estricta. Como era normal, los ciudadanos normales estaban limitados; pero incluso a los escalones superiores, que tenían una libertad considerable, se les estaba imponiendo límites. Los viajes entre la Ciudad y el Bloque Oeste era una de las cosas que se habían limitado.
Todos los desplazamientos entre bloques estaban prohibidos, a no ser que hubiese una razón clara y se rellenase un formulario para ello.
Cuando el hombre había visto esa sección de las noticias, recordaba haber suspirado. El Departamento de Administración Central era el que manejaba toda la información de la ciudad. Todos los expedientes de los ciudadanos estaban almacenados allí. En nombre, sexo, fecha de nacimiento, estructura familiar, índice de inteligencia, características físicas, medidas físicas, historial médico, currículum de todos los ciudadanos estaba archivado allí. A través de las cámaras de seguridad, los sensores colocados por toda la ciudad y los chips de recolección de datos instalados en las tarjetas de identificación también recolectaban, y archivaban, los datos de lo que hacían los ciudadanos a diario. Era un sistema completamente establecido.
Un control y una centralización de la información muy minuciosa – y, para bien o para mal, ese hombre estaba muy cerca del corazón de ese sistema. Usaba su posición para modificar sus informes a menudo. Había rescrito su expediente para que éste dijese que nunca había estado en el Bloque Oeste. Había destruido su historial.
Era un crimen, era muy consciente de ello. Tenía miedo de lo que podía pasar si le descubrían, y, al mismo tiempo, confiaba en que nadie le descubriría. Se sumergía en un éxtasis eufórico. Y al mismo tiempo, quería proteger su vida de seguridad y le aterraba su destrucción. Y debajo de todo eso, estaba la tranquilidad de que él era alguien imprescindible en el núcleo de la elite y que no irían a por el tan fácilmente. Eran muchas las emociones que se arremolinaban dentro del hombre.
Pero al final, había vuelto a sucumbir a sus deseos y había atravesado las puertas otra vez aquella noche.
Llega tarde, demasiado tarde…
El hombre se mordió el labio con suavidad.
Debería irme.
No había nada más peligroso que estar mucho tiempo envuelto en la oscuridad del Bloque Oeste. En cuanto el hombre se dio la vuelta, escucho como le llamaban.
“Fura-sama.” Así se llamaba el hombre. Escuchó la voz baja en la oscuridad. “Le pido disculpas por haberle hecho esperar.”
Fura frunció el ceño y se encorvó levemente.
“¿Eres tú, Rikiga?”
“Sí. He venido a recogerle.”
“Llegas tarde.”
“Lo siento muchísimo. Ha habido un pequeño problema.”
“¿Problema? ¿Qué ha pasado?”
Pudo sentir el movimiento en la oscuridad cuando Rikiga negó con la cabeza.
“Nada de lo que tenga que preocuparse. Nada que pueda causarle el más mínimo problema, Fura-sama… la verdad – ah – podría decir que he tardado por proporcionarle un disfrute mayor-”
“¿Cómo que un disfrute mayor?”
Pudo escuchar una risa vulgar.
“He tardado bastante en preparar a una mujer de acuerdo a sus gustos.” La vulgar risa continuó y la oscuridad se enrolló viscosamente. “Pero le aseguro que compensará el tiempo que le he hecho esperar. Estoy seguro de que estará satisfecho.”
“¿Tan buena es?”
“Un espécimen exquisito.”
Tragó saliva. Si pudiese, se reiría tan vulgarmente como Rikiga, pero se contuvo.
Su posición en comparación con la de RIkiga era como el cielo y la tierra. Un residente del Bloque Oeste. No podía rebajarse hasta ese nivel.
Para Fura, aunque el Bloque Oeste era donde se le proveían placeres lujuriosos, los que vivían allí – Rikiga o las mujeres – no eran los mismos seres humanos que él. Para él, eran insectos. No, eso era muy duro – eran más bien ganado. Humanos y ganado, el dominante y el dominado. Las regiones que bordeaban No. 6 existían para servir a la ciudad – eso era lo que le habían enseñado desde que era un niño.
“¿Vamos?” Rikiga empezó a andar. Él le siguió en silencio.
Aquel desfasado coche, que usaba gasolina, era muy incomodo y no dejaba de moverse de un lado a otro con frecuencia. El camino estaba lleno de baches. De vez en cuando, el coche se inclinaba demasiado. Durante sus primeras visitas al Bloque Oeste, Fura se había quejado más de una vez, pero ahora no se molestaba. Para alguien acostumbrado a las carreteras perfectamente pavimentadas de No. 6 y a los coches híbridos con sistema de absorción de golpes, aquellas sacudidas repentinas y aquellos zarandeos eran algo nuevo y refrescante. Y, más que otra cosa, hacían que le latiese el corazón con fuerza mientras esperaba al próximo.
“¿Y bien?”
Fura se inclinó desde el asiento de atrás y le preguntó.
“¿Cómo es la chica?”
“Me atrevería a decir que cumple sus preferencias ala perfección. Estoy seguro de que le gustará.”
“La última chica no fue tan buena.”
“Lo sé. Pero esta chica es exactamente como a usted le gustan, Fura-sama. Pequeña, delgada – y muy joven.”
“Joven, ¿eh?”
“Sí. Por supuesto, estando donde estamos, no estoy seguro de su edad, pero le puedo asegurar que es muy joven. Así que la chica – nunca ha estado con un hombre.”
“¿Estás seguro?”
“Del todo. Y no sólo eso, parece que sangre sureña corre por sus venas. Es lo que dice su aspecto.”
“Ah.”
“Tenemos muchas mujeres maduras, pero es difícil encontrarlas jóvenes. No sería capaz de llevarle a una chiquilla sucia y esquelética, Fura-sama, ni sería capaz de recogerla de las calles. Y además – darle este trabajo a una chica tan joven, sin experiencia, es bastante – bueno, digamos que me pesa en la conciencia, por decir algo.”
Mentiroso. Replicó Fura mentalmente. Harías cualquier cosa por dinero. ¿Conciencia, dices? No me hagas reír.
Aunque sabía lo que estaba pensando Fura, a Rikiga se le escapó una risita.
El coche se detuvo. Una negra oscuridad les envolvía.
“¿Esto es-?” no era el sitio habitual que preparaba Rikiga.
“Un hotel.”
“¿Hotel?”
“Y, hace tiempo, era uno muy bonito.” Rikiga salió del coche y encendió una lámpara. “La chica y su familia hicieron de este sitio su hogar. La chica dice que sólo aceptaría a clientes si era en su habitación, y no había forma de sacarla de ahí – aún es una niña, seguramente le den miedo los sitios que no conoce.”
“Pero-”
“No tiene nada de que preocuparse. Nos hemos llevado a su familia un rato. Esta noche, los únicos que hay aquí son esa chica y usted, Fura-sama. – Ah, no, eso no es del todo cierto. También están sus perros.”
“¿Qué?”
“Perros. El padre de la chica lleva un negocio relacionado con perros. Hay bastantes aquí.”
A Fura no se le ocurría ningún negocio que tuviese que ver con perros. Una tienda de animales estaba fuera de consideración. ¿Vendía carne de perro?
“Sígame. Tenga cuidado donde pisa.” Rikiga movió la lámpara alrededor. Fura obersvó su pefil y empezó a andar con cuidado.
No confiaba en Rikiga. No confiaba en él lo mas mínimo. Pero Fura sabía con seguridad que era un cliente regular al que RIkiga valoraba mucho. Era imposible que un hombre como él, que quería y valoraba el dinero más que cualquier otra cosa, fuese a perjudicar a su mayor fuente de ingresos. En ese sentido, Fura nunca había sospechado del hombre que andaba unos cuantos pasos por delante de él.
Aquel edificio de Rikiga había dicho que había sido un hotel de los buenos, ahora no era más que unas ruinas. El suelo estaba cubierto de escombros y había charcos por todas partes. El suelo resbalaba, pero no sabía si era porque se estaba pudriendo o del musgo que había crecido allí. No mantenía bien el equilibrio con los zapatos de cuero. El viento le golpeaba las mejillas. Subieron por la escalera. Olía algo raro y suave. Era un olor que nunca había notado en No. 6 y que no tenía ni idea de qué podía ser. Cruzaron un área espaciosa y vacía, que tenía pinta de haber sido un vestíbulo, y siguieron ascendiendo.
“Oh-”
Habló sin pensar. Se quedó quiero en el sitio. Delante de él se encontraba lo que parecía un pasillo estrecho. Parecía que se dirigía directo a la oscuridad, pero no sabía que había detrás de la oscuridad que lo cubría; Fura, que no estaba acostumbrado a la oscuridad, no podía ver nada.
Iluminados por la tenue luz de la lámpara, podía ver unas figuras encorvadas aquí y allí.
“¿Perros?”
“Sí”
“¿Por qué hay tantos? ¿Para qué…?”
“Ah, bueno, hay muchas razones, pero ninguna que tenga que ver con un alto cargo como usted,” dijo Rikiga. “No es nada por lo que preocuparse. Son unos perros muy tranquilos, lo van a morderle ni a atacarle. – Bien, ya hemos llegado. La chica está dentro.”
Tal y como había dicho Rikiga, los perros estaban tumbados en el suelo, quietos, sin gruñir ni enseñar los dientes.
“Por aquí. Después de usted,” le hizo pasar Rikiga.
wow que rápido <3 me encanta leerte <3
ResponderEliminarwahhhhh, continua, por fa´actualiza pronto!
ResponderEliminar>________< geniaaaal ♥ Actualiza porfavor ^/////^
ResponderEliminarEstoy en ello, pero he tenido unos días complicados y no he podido hacer nada. Esperad la actualización para antes de que acabe el fin de semana, aunque no se que día será xD
ResponderEliminarEs lunes... T-T xDD Animo!
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