miércoles, 6 de junio de 2012

No. 6 Vol 5 Capítulo 1 Parte 1

Entre el E3, la cota de malla y mi pereza... xD

No es una actualización muy grande, pero menos da una piedra, así que...



No… puedo ver… no… te… acerques…

Capítulo 1
Una plegaria por él

¡Es entonces cuando el hado
puede hacerme feliz o desdichado!
-El Mercader de Venecia Acto II Escena I


Shion.

Intentó llamarle. Pero lo le salía la voz. Su lengua no se movía. Los brazos y las piernas le pesaban como si los tuviese atados, y no pudiese soltarse. Sion no se dio la vuelta. Su espalda, cubierta por una camisa blanca, se alejaba cada vez más. A su alrededor solo había oscuridad. Una oscuridad negra como la tinta. No había ni el más mínimo rayo de luz.

Sion, espera. No puedes ir.

Date la vuelta. Vuelve a casa. No sigas avanzando.

La oscuridad cambió. Crecía y avanzaba como si estuviese viva, tragándose la espalda blanca por completo.

¡Sion!

Gritó. El terror se convirtió en un dolor insoportable que le recorría todo el cuerpo. Intentó entrar en la oscuridad detrás de Sion, pero su cuerpo seguía sin moverse. No podía avanzar ni un solo paso.

Que alguien – que alguien me ayude. Detenedlo.

“Karan.”

“¡Señora!

Escuchaba unas voces. Alguien la estaba cogiendo de la mano. La sacudieron levemente.

“¡Despierta!”

Las voces eran fuertes. La oscuridad se apartó de sus ojos, y pasó a ser una neblina oscura.

Oh – os oigo. Os oigo.

Karan abrió los ojos. Veía borroso, como si tuviese un velo delante de los ojos. Dos caras borrosas – una de un hombre moreno y otra de una chica – la observaban. Pero eran efímeras. Tenía la sensación de que, si pestañeaba, desparecerían.

Olía pan. Rollitos de mantequilla, de los que llevaban mucha mantequilla en la masa. Cuando atardecía, los habitantes de Lost Town iban a la panadería de Karan a comprar un pan delicioso a buen precio: los trabajadores después de un largo día de trabajo; estudiantes hambrientos; niños con unas cuantas monedas apretadas en la mano – para aquellos clientes que no tenían mucho dinero, había preparado el horno para que terminase a las cinco en punto. Parecía que el horno, aunque antiguo, funcionaba bien – la docena de rollos de mantequilla estaban hechos.

Para Karan, el aroma de cocer pan era el aroma de la vida misma. Aquel olor tan sabroso, muy familiar para Karan, la devolvió con fuerza al mundo real.

El velo había desaparecido. Veía las dos caras con claridad.

“Lili… Yoming…”

“Ya has vuelto en ti,” Yoming suspiró aliviado. Gracias a Dios, pudo leerse en sus labios. “¿Puedes levantarte? No tienes que sobre esforzarte.”

“Sí – estoy… estoy bien.”

Yoming la sujeto mientras se incorporaba. Estaba tumbada en un sofá viejo en una esquina de la tienda.

“He… perdido la consciencia…”

“Sí,” dijo Yoming. “Estabas detrás del mostrados y te has caído redonda al suelo. Me has asustado. Aún tengo el corazón a cien por hora.”

Yoming sonrió con alivio. Karan intentó sonreírle, pero tenía las mejillas rígidas, y no se movían como ella quería.

“¡Señora!” Lili se tiró encima de Karan y se le agarró al cuello. Le brillaban los ojos por las lágrimas. “Estás bien, ¿verdad? ¿Estás bien ya?”

Lili apretó la mejilla contra el cuello de Karan. Estaba húmeda. Los brazos que tenía alrededor del cuello estaban temblando. Las lágrimas de la niña eran cálidas. Casi calientes. Normalmente, abrazaría a la niña con suavidad, pero no podía mover los brazos. Todavía le pesaban y tenía la sensación de estar agarrándose en el suelo.

Sion.

Quería estirarse del pelo. Sentía que iba a volverse loca. ¿Y si Sion se dirigía en aquel momento a un sitio donde no podía alcanzarle? ¿Y si estaba descendiendo a las profundidades del infierno?

Si está pasando eso de verdad, ¿qué voy a hacer? ¿Qué debería…?

“¡Oh!” gritó Lili ahogadamente, separándose de Karan. “¡Un atoncito!”

Había un ratón marrón en la estantería de las especias. Uno gris asomó la cara detrás de él.

“Hey, hay dos.” Lili levantó dos dedos. ¿Eran hermanos? Los dos ratones parpadearon, ambos con sus ojos del color de la uva, y se acurrucaron.

Uno había traído la nota de Sion. Pero, ¿y el otro?

Lili, ¿puedes darme un pedazo del queso del que hay en la nevera? Está en el cajón de abajo del todo.”

“Vale.”

Karan extendió la mano hacia los ratones que estaban en la estantería, con suavidad, pero con toda la fuerza que pudo. Le temblaban los dedos. Los ratones se miraron entre ellos, y movieron los bigotes.

Cheep – cheep.

Uno animó al otro, que se volvió para mirar a Karan. Tenía unos ojos muy pequeños, pero que dejaban ver inteligencia. Aquellos ratones eran listos. Podían entender el lenguaje y las emociones humanas.

Karan extendió más la mano. Puso la palma hacia arriba.

Cheep. Cheep.

El gris avanzó. Sin dudarlo ni un segundo, saltó a su mano. Sacudió la cabeza y escupió una pequeña cápsula. La segunda nota del día.

“¿Vas a darle el queso a los ratoncitos?”

Karan asintió y abrió la cápsula. No era la letra de Sion. Pero recordaba haber visto esa letra antes. Era la letra de quien le había extendido la mano y la había levantado cuando Karan había caído en la desesperación, después de que el Departamento de Seguridad se llevase a Sion. La mano que demostraba la inteligencia y voluntad de su dueño. Nunca podría olvidar aquella letra.


El momento de la reunión llegará.  Nezumi

Aquella nota no era mucho más extensa que la otra, pero Karan pudo suspirar, aliviada. Una brisa fría le atravesó el cuerpo. El peso en su pecho, lo que no la dejaba respidad, había desaparecido.

Oh, puedo respirar.

Era muy pronto para desesperarse. Todavía no podía perder la esperanza.

“Nezumi…” se encontró a sí misma pronunciando su nombre en voz alta. Durante una fracción de segundo, sintió como si alguien le hubiese puesto un brazo alrededor de los hombros. Aunque no podía verlos, sentía unos brazos fuertes apoyándola.

El momento de la reunión llegara. Pase lo que pase, te devolveré a Sion con vida. Lo prometo.

Podía escuchar una voz susurrarle al oído. Volvió a inhalar profundamente.

Nezumi estaba ahí. Estaría junto a Sion en todo momento. Su hijo no estaba solo.

“Karan, ¿qué es eso?”

Yoming observaba la mano de Karan.”

“Una carta.”

“¿Una carta? ¿Te traen ratones el correo?”

“Sí,” sonrió. “Y están escritas a mano. Mucho mejor que los correos electrónicos, ¿vredad?”

Ahora podía sonreír. Yoming y Lili se miraron entre ellos, y sonrieron también. Lili, que estaba partiendo el queso y dándoselo a los ratones, fue hacía Karan y enterró la cara en su pecho. Aquella vez, Karan pudo abrazarla como es debido.

“Tenía miedo,” murmuró Lili a punto de llorar. “Tenía miedo de que… no te volviese a mover… como papi… Tenía miedo. Mucho miedo.”

“¿Papi? ¿Le ha pasado algo a tu padre, Lili?”

“Mi papi de antes. Mi papi de verdad.”

“¿Qué?”

Yoming movió la cabeza levemente.

“El padre que tiene Lili ahora es el segundo marido de Renka – se ha vuelto a casar.”

“Entonces, Getsuvaku-san es…” Karan dejó de hablar. “-Ya veo.”

Pensó en aquella cara larga y delgada de cejas caídas. Ahora que Yoming lo mencionaba, se percató de que Lili y él no se parecían en nada. Pero nunca había notado nada raro al verlos andar de la mano, o ir a comprar el pan juntos. Eran una familia feliz, un padre y una hija que se llevaban bien. Después de la desaparición de Sion, sentía una punzada de dolor cada vez que veía a Lili y a Getsuyaku juntos. Sentía celos y tristeza al mismo tiempo.

“Entonces, el padre de Lili…”

“Murió hace un par de años.”

“Un poco antes de que te mudases aquí,” se metió Lili. “Pero también quiero a mi nuevo papi. Es muy gracioso. Siempre me hace reír.”

Lili levantó la barbilla y sonrió. Era una sonrisa radiante y llena de alivio al comprobar que Karan estaba bien.

“No lo sabía. Renka nunca había comentado nada.”

“Lo más seguro es que no quisiese,” dijo Yoming. “Son recuerdos dolorosos para ella.”

Había dicho aquello antes de darse cuenta. Yoming suspiró profundamente. Lili empezó a hablar.

“Un día, cuando estábamos comiendo todos juntos, papi dejó de moverse.Dijo, ‘no puedo respirar’ y se cayó de la silla. Y no sé por qué, pero dejó de moverse después de aquello.”

Lili empezó a temblar al acordarse de aquel momento. Karan miró a Yoming. Le preguntó con la mirada.

¿De qué va esto?

“El padre de Lili – murió, delante de sus ojos,” dijo Yoming sin estar seguro, bajando la mirada. “No,” dijo entonces. “Le asesinaron”

No hay comentarios:

Publicar un comentario