Aquella
palabra tan aterradora se solapó con la de la espalda de Sion desapareciendo.
Karan se encontró a sí misma apretando los puños con tanta fuerza que se estaba
clavando las uñas.
“El padre de
Lili – se llamaba Suifu – era obrero, y un hombre grande que estaba muy orgulloso
de su fuerza, y con razón además,” dijo Yoming.
“Mami dice
que era muy amable, muy fuerte y muy guay. Quería mucho a mami, ¿verdad?”
Yoming
sonrió con sequedad.
“Creo que
Renka lo está pintando muy bonito, hasta para contárselo a su hija. Suifu bebía
mucho y gastaba mucho dinero, así que siempre estaban discutiendo. Pero, bueno,
era un buen tipo, y trabajaba duro para su familia. Era un escandaloso y le
gustaba cantar. Cuanto estaba borracho, siempre se ponía a cantar a gritos. Sí,”
asintió. “Era un buen tipo. Quería mucho a su familia.”
“Pero… ¿le
asesinaron?”
“Indirectamente.”
“Indirectamente…”
repitió Karan. “¿Yoming, me lo puedes explicar de forma que lo entienda?”
Yoming
acercó una silla desgastada y se sentó. Con la mano derecha, le acarició el
pelo a Lili con suavidad. Era un gesto que demostraba lo mucho que Yoming
quería y se preocupaba por su sobrina.
“Explicarlo
de forma que lo entiendas, ¿eh? Ojalá fuese tan fácil. Hay muchas cosas que aún
no sé, así que el simple hecho de contar las cosas por orden es difícil.”
Yoming nunca
hablaba claro, y acababa las frases con torpeza. Pero no obstante, buscó las
palabras adecuadas, y empezó a contar la historia.
“Suifi, en
aquel entonces, estaba metido en la construcción de cierto edificio. Era un
obrero de la construcción.”
“Cierto
edificio…”
“Sí. Pero no
sé qué edificio era. Tengo entendido que ni el propio Suifu lo sabía. Le
llevaban al sitio de la obra en una furgoneta sin ventanas – no podía ver el
exterior.”
“Entonces,
¿para silenciarlo-?”
“No, Karan,
eso no puede ser. Suifu se tomaba su trabajo muy en serio, pero no le
interesaba para nada lo que estaba construyendo. No le importaba en qué parte
de la ciudad estaba, ni para qué iba a usarse. Y, aunque estuviese interesado,
no era el tipo de secreto que descubriría un obrero. Estaba bien escondido.
Después de morir Suifu, investigué por mi cuenta para encontrar dónde trabajaba
mi cuñado, pero no tuve suerte. En una ciudad como esta no existe la
información libre. Si las autoridades quieren esconder algo, los ciudadanos no
podemos hacer nada al respecto. No tendría que haber habido ninguna necesidad
de llegar al extremo de tener que matar a Suifu.”
“Entonces…
¿de qué murió?”
“Dijeron que
fue un infarto. Pero no me creo que Suifu pudiese tener uno. Las posibilidades
de eso son las mismas que las de un pato ahogándose en un lago.”
“Eso quiere decir
que tiene que haber algo más.”
“Sí…” Yoming
dejó de hablar y echó un vistazo alrededor.
“No te
preocupes,” le tranquilizó Karan. “No nos están grabando.”
“Entienco.”
Yoming hizo una pausa. “Lo siento,” dijo abruptamente, “ir con tanto secretismo
es vergonzoso.”
“No, para
nada.”
¿Era verdad
que no les estaban grabando? La verdad es que Karan no estaba del todo segura.
Las autoridades tenían mucho poder. Podían hacer todo lo que quisiesen. No les
supondría mucho esfuerzo grabas las conversaciones de todos los ciudadanos y
clasificar la información.
Pero aun
así.
Karan apretó
con fuerza la nota que tenía en la mano.
No conseguiría
nada si seguía encogiéndose de miedo. En
lugar de asustarme, no hablar, taparme los oídos – déjame hablar, déjame
escuchar. Lo diría en voz alta, escucharía con atención. Para ella, era la
única opción que quedaba.
Karan se
inclinó con determinación hacia el hombre y sus rodeos a la hora de hablar.
“¿Y ese ‘algo
más’ del que estabas hablando?”
Yoming
parpadeó una sola vez. Entonces, miró a Karan directamente a los ojos.
“Todo esto
es especulación. Pero si te lo digo, puede que acabe poniéndote una carga sobre
los hombros.”
“Quiero
escucharlo, he tomado la decisión.”
Intentó
convencer a Yoming.
“Has
investigado tu lado de la verdad. Has dicho que no sabías prácticamente nada,
pero, conociéndote, seguro que tienes alguna pista. Sabes algo, ¿verdad? Una pista – puede que más fina de un hilo, pero algo
que te llevará a la verdad.”
“Esperas
demasiado de mí,” dijo Yoming con pesadez. “No tenía el poder, el valor, o el
método para hacerlo… pero a Yoming le estaban pagando muchísimo por ese
trabajo. El doble de lo que le pagaban normalmente. Renka se sorprendió cuando
Suifu le dio que le estaban pagando ‘una compensación especial por el peligro’.
Y es difícil imaginarse una obra peligrosa en un sitio como No. 6.”
“Compensación
especial por peligro…” reflexionó Karan. “Por demolición…”
“O por el
uso de sustancias químicas.”
“¿Químicas?
¿Te refieres a veneno?”
“O algo
equivalente. Algo desconocido: algo que no saben manejar ni los científicos de
No. 6.”
“No se me
ocurre nada así.”
“Es difícil.
Pero no hay suficiente información.”
“Pero el
padre de Lili no era el único que trabajaba allí, ¿no?” Insistió Karan. “¿No
encontraríamos algo si le preguntásemos a esa gente?”
“Ahí está el
problema; no puedo encontrar a ninguno.”
“¿No puedes
encontrarles?”
“No. O han
desaparecido – o nunca han existido. Es decir, que no habían más personas
aparte de Suifu trabajando en esa obra.”
“No había
otras personas… oh, ¿te refieres a que eran robots-?”
“Sí. Robots.
Estaban usando robots de construcción.”
Karan
levantó la cara, y miró al techo sin verlo. Sion también trabajaba con robots.
Robots que se encargaban de la limpieza del parque.
“Son muy
monos, pero, en cuestión de funcionalidad, aún les queda mucho. El otro día, a
una mujer se le voló el sombrero y un robot lo recogió, lo cual está
perfectamente. Pero el robot no controló la fuerza, y terminó por aplastar el
sombrero. ¿Te lo puedes imaginar? La mujer estaba enfadadísima. Así que creo
que los humanos son más aptos a la hora de realizar trabajos pequeños y
delicados. Los dedos son algo fascinante.”
Y movía los
dedos con ligereza…
Karan cerró
los ojos con fuerza para apartar los recuerdos de su hijo de la cabeza. Habló
con el tono más calmado que pudo.
“El padre de
Lili estaría haciendo un trabajo que los robots no podrían.”
“Puede ser,”
concedió Yoming. “Pero Suifu no era
ningún técnico. No tenía ninguna habilidad especial. Quiero decir, siendo el
tipo serio que era en el fondo, estoy seguro de que habría podido realizar
cualquier trabajo que le hubiesen encargado, pero… no se me ocurre que podría
haber estado haciendo entre tanto robot.”
“¿Dedos?”
“¿Eh?”
“La
diferencia entre las personas y los robots.”
Recordó los
dedos de Sion. Eran unos dedos hábiles. Siempre realizaban con mucho cuidado el
trabajo que le encargaba. De vez en cuando, se encontraba así misma admirando
su habilidad.
¿Sabes, mamá? Los dedos son algo fascinante.
“Puede que
los robots sean más útiles a la hora de derribar paredes o cargar cosas
pesadas, pero a la hora de hacer trabajos más delicados… por ejemplo, veamos…
usar azulejos pequeños para hacer un dibujo complicado en la pared o grabar
letras en una columna… los robots no pueden hacer esto todavía, ¿verdad? Es lo
mismo con el pan. Si quieres que todas las barras sean iguales y sepan igual,
una máquina es suficiente. Pero las tartas, por ejemplo – es importante que
sean bonitas, y que gusten a la persona – tienes que hacerlas a mano si quieres
que queden bien.”
“Pero Suifu
no podía hacer pan o tartas como lo haces tú. No tenía la habilidad de dibujar
cosas complicadas con azulejos, o grabar cosas. No podía hacer nada especial… o
al menos, no creo que pudiese.”
“¿Y qué me dices
de llevar cosas?”
“¿Llevar
cosas?”
“Sí, cosas
importantes… objetos frágiles, o cosas delicadas… cosas que tuviesen que
mantener su forma, como un sombrero. Las manos de una persona serían más útiles
para algo así.”
“Tienes
razón. Puede que sea eso. Puede que Suifu estuviese llevando algo peligroso que
no podían llevar los robots. Pero… aunque eso fuese verdad, no tengo ni idea de
qué puede ser, o de cómo puede estar relacionado con esas muertes súbitas. Da
igual lo que me esfuerce, no puedo pasar de las especulaciones. Al final, sin
nada con lo que trabajar, lo único que podemos hacer es hacernos las mismas
preguntas que no tendrán respuesta una y otra vez. No sabemos nada… todo lo que
sabemos es que Suifu estaba trabajando en una obra y que murió. Verdad, ¿Karan?”
No hay comentarios:
Publicar un comentario