jueves, 27 de septiembre de 2012

No. 6 Vol 6 Cap 1 Parte 1

Poca cosa sin revisar y sin nada. Es lo que hay cuando el pc te toca las narices, una no tiene muchas ganas y encima está liada. Pero bueno, menos da una piedra así que...



Capítulo 1
Mejor sería no saber de mí mismo

Al saber lo que hice mejor sería no saber de mí mismo.
¡Despierta a Duncan con tus aldabazos! ¡Ojalá pudieras!
-Macbeth Acto II Escena II


Escuchó el viento. Era un sonido seco y triste.

No puede ser…

Sion se detuvo y parpadeó con lentitud. Estaba oscuro. Aunque sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad, la penumbra sólo se reflejaba en sus ojos como tal, y estaba completamente teñida de negro. Y, claro está, no soplaba ningún viento.

Estaban en el fondo de la tierra.

Un lugar en el seno de No. 6 – un sitio precisamente oscuro. El sótano del Correccional. Claro que no iba a soplar el viento. Ni siquiera podía haberlo escuchado. Pero aun así estaba seguro de haber escuchado un silbido agudo. Había sido sólo durante un instante, pero lo había escuchado.

No era algo que hubiese escuchado antes en No. 6, donde había estado viviendo hasta no hacía mucho. No era una brisa que mecía con suavidad los numerosos toldos, ni era algo que le traía la fragancia de las flores. Era –

El viento de las ruinas.

Era el grito del viento que silbaba entre los restos del hotel en ruinas en una esquina del Bloque Oeste. Era un viento frío. Cada vez que lo sentía golpear su cuerpo, recordaba haber tenido la sensación de helarse hasta los huesos. Y de hecho, gente como los ancianos que caían en las calles, incapaces de moverse, o niños que no tenían energía por estar hambrientos, sufría sus latigazos y acababa por morir congelada. Era un viento invernal cruel y despiadado.

Pero lo echaba de menos.

Prefería un millón de veces el viento helado que soplaba en las ruinas a la suave brisa que recorría No. 6.

¿Qué estaría haciendo Inukashi? ¿Estaría hirviendo las sobras en aquella olla tan grande para dárselas a sus perros? ¿Estaría ocupado contando las ganancias del día? Inukashi, con su piel morena, su pelo negro y su cuerpo enjuto.

Había dejado un bebé al cuidado de Inukashi. Le había obligado a encargarse de un niño en contra de su voluntad.

Déjate de tonterías, Sion. Mi hotel es un negocio, no un orfanato sin ánimo de lucro.

Sion podía imaginarse la mueca de disgusto en su cara.

Lo siento, Inukashi. No tenía a nadie más. No he tenido más remedio que aferrarme a ti y suplicarte que me ayudes.

Tsk.

Inukashi chascó la lengua.

Un incordio vayas donde vayas, ¿eh? Está bien, me encargaré de él. Hasta yo tengo un corazón que puede sentir un poco de compasión. Pero es muy pequeño, hasta los perros van a despreciarle. Aunque no me queda otra. Uno de mis perros ha arriesgado la vida para protegerle. No puedo deshacerme de él… Mírame, soy un blando. Hasta me pongo enfermo a mí mismo.

Inukashi, te doy las gracias.

Tu gratitud no me hace feliz. No me reporta ningún beneficio. Sion, voy a encargarme del bebé por ahora. ¿Lo entiendes? Sólo por ahora. Más te vale volver a por él. Tu has decidido acogerle. Tú lo crías. ¿Entendido? Más te vale volver…

“Sion.”

Nezumi se giró y le llamó. Podía ver con claridad aquellos brillantes ojos grises. Incluso en aquella oscuridad, los ojos de Nezumi absorbían la luz y la soltaban. O – Sion dejó vagar sus pensamientos.

¿O podría encontrar esos ojos aunque no hubiese luz, aunque estuviese inmerso en una oscuridad sin ningún rayo de luz para iluminar mi camino?

“No te pares. Sígueme.”

“Oh – sí. Lo siento, me he distraído.”

“¿Distraído?”

“Me ha parecido escuchar el viento. El mismo viento que sopla en las ruinas de Inukashi… sé que me lo he imagido, pero – Nezumi.”

“¿Hm?”

“Me pregunto qué estará haciendo Inukashi ahora mismo.”

Nezumi parpadeó. Sion le vio tomar aire.

“Los tienes cuadrados.”

“¿Eh?”

“No todos pueden distraerse en una situación así. La mayoría de gente se pondría histérica y tendría una crisis nerviosa, pero escuchar el viento o pensar en otras personas – es demasiado. Tenerlos así de cuadrados creo que te pone al nivel de un dios. ¿Vas a dejar que te adore una vez por la mañana y otra por la tarde a diario?

“¿Estás siendo sarcástico?” Dijo Sion monótonamente.

“Jamás,” dijo Nezumi. “No me atrevo a hacerme el listo con un dios. Estoy impresionado de verdad. Pero-”

Cogió a Sion del brazo. Dolía. Nezumi le estaba clavando los dedos. Sabía la fuerza que tenían esos dedos, a pesar de lo finos y delicados que parecían. Habían sido muchas las veces que Nezumi le había apretado el brazo con fuerza.  Habían sido muchas las veces que Nezumi le había cogido del brazo y le había levantado. Una y otra vez, infinitas veces – de la muerte a la vida, de la desesperación a la esperanza, de la ficción a la realidad, Sion había conseguido seguir adelante gracias a esos dedos.

“A partir de ahora, mira a ver si eres más un humano cobarde. No te preocupes por Inukashi. Piensa sólo en protegerte a ti mismo.”

“Entendido.”

“¿En serio?”

“Sí. Creo.”

“Creo, ¿eh? Nada me tranquiliza menos.” Nezumi se echó a reír. Fue una risa corta, pero ligera y alegre. “Mira dónde estamos, en qué situación y de lo que estamos hablando. Creo que los dos somos la falta de seriedad en persona. A lo mejor puedo unirme a los dioses si me junto contigo un poco más.”

Entonces su tono se transformó en uno duro y severo. Apretó más los dedos.

“Pase lo que pase, no te separes de mí. Sigue adelante con tu propia fuerza. Ya te lo he dicho. No voy a repetírtelo.”

Sion asintió. Nezumi le dio la espalda y echó a andar, habiendo visto o sentido la inclinación de cabeza de Sion. La figura que tenía delante no se daría la vuelta con facilidad. Sion lo sabía de sobra.

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