Enjoy~
Capítulo 5
En mis deseos
¿Quién soy yo? Un hombre buscando la
felicidad. La he buscado en mis deseos y no la he encontrado. Y todos los que
viven como yo lo hice fracasan al buscarla.
-Tolstoy, “Camina
en la luz mientras haya luz”
Era verano,
y acababa de cumplir los veinte cuando me eligieron como miembro del
proyecto de renacimiento.
Cuando nací,
este planeta ya estaba en peligro. A causa de las numerosas guerras, polución y
destrucción medioambiental más de la mitad del territorio estaba devastado
hasta el punto de ser inhabitable para el ser humano.
El calentamiento
global había favorecido la aparición de numerosas enfermedades contagiosas; los
patrones climáticos eran anormales e impredecibles; las guerras entre naciones
y tribus no tenían fin; se usaban armas nucleares.
Para cuando
nos dimos cuenta, la humanidad había llegado casi al borde la extinción. Los
que sobrevivimos nos dimos cuenta después de haber estado tan cerca de que
teníamos que reflexionar sobre la estupidez de nuestras acciones.
Nuestras
estructuras nacionales hacia mucho que habían caído. Así que pensamos, ¿por qué
no volvemos a vivir la vida? Vivir otra vez en condiciones y sin repetir el
mismo error.
La gente que
había conseguido sobrevivir cruzó las fronteras de la raza, nacionalidad y
origen étnico, y juró vivir con humildad sobre los fundamentos de la paz y la harmonía.
Y así, nacieron
seis ciudades.
No quedaban
muchas regiones aptas para la vida humana. La mitad de la humanidad había
muerto. La gente se reunió en esas regiones limitadas y empezó a construir gradualmente
sus propias ciudades.
Aquí hubo,
hace tiempo, una ciudad. Era una ciudad preciosa. Había una cantidad increíble
de naturaleza intacta en este pedazo de tierra. No había océano – pero había
espesos bosques, lagos, pantanos y llanuras. Sí: un milagro. Era algo
milagroso, igual que la rosa que florece en medio de un vertedero.
Se
estableció la ciudad y la gente vivió en paz, de acuerdo al juramento que habían
hecho. Yo nací en esta ciudad. Crecí, nací y me hice investigador. Al igual que
tu madre, Sion.
El anciano
sonrió al decir esas palabras.
“¿Mi madre?”
“Sí. Karan
creció y vivió aquí.”
“¿Qué
relación tenías con mi madre?”
La sonrisa
del hombre se ensanchó. Tenía un toque infantil. “Éramos amigos de la infancia.”
“¿Eh?”
“Karan y yo
éramos amigos de la infancia. Era mucho más mayor que ella, pero jugábamos
juntos a menudo. A Karan se le daba muy bien trepar por los árboles, y podía
treparlos todos, fuesen lo grandes que fuesen. A menudo me ponía nervioso lo
atrevida que era. Sí, me acuerdo. Era una niña preciosa y con una mente
abierta. Y pensar que ahora tiene un hijo tan mayor…”
“No me
interesa la madre de Sion,” interrumpió Nezumi. “¿O Karan y tú os enamorasteis
y nació Sion? ¿Acaba así la cosa? Sería un giro interesante.”
“¡Nezumi!”
reprendió Sion.
Nezumi se
encogió de hombros, mirándole. “Las obras cutres suelen ser así. Rou, quiero
que vayas más rápido. Tú mismo lo has dicho: no tenemos tiempo. Hubo una
ciudad, y naciste y te criaste aquí, y te convertiste en investigador. Entonces
te escogieron como miembro del proyecto de renacimiento. A partir de ahí… las
cosas empezaron a ir cuesta abajo.
El anciano
tomó aire. “¿Es lo que crees?”
“Sí. Sólo
hay que ver el nombre, ‘proyecto de renacimiento’. Sólo con eso ya suena a
mentira. ¿Qué ibais a hacer renacer? ¿Qué pensabais revivir? No, espera, ya sé
la respuesta. Se reparó la ciudad, aunque no del todo. La vida volvía a su
cauce para la mayoría de las personas. Se les había liberado de compartir cama
con la muerte y la extinción. Entonces, unos cuantos años después, estabais
preparados para olvidar vuestros errores del pasado. Queríais abandonar vuestro
juramento, y dominar la tierra otra vez. Para eso era el proyecto. Seguramente
estuviesen reuniendo a gente inteligente y joven. Era el principio de un
proyecto para desarrollarse, ganar poder y enriquecerse. ¿Me equivoco?”
Nezumi
frunció el ceño. El odio y el desprecio estaban tallados en su fino perfil. Más
que decir, escupió aquellas palabras.
“Idiotas.”
El cuerpo
del anciano tembló y se quedó rígido, como si le hubiesen dado un latigazo.
“Repetir
vuestros errores del pasado: el sumun de la estupidez. Pero queríais dominar.
Queríais conseguir más plenitud usando a las personas y las cosas como puntos
de apoyo. Y el resultado fue el nacimiento un horrible monstruo en una tierra
en la que solo había habido ruinas. No.
6.”
Desarrollarse, ganar poder y enriquecerse.
¿Era No. 6 lo que se cernía al final de aquel deseo? Sion tembló.
“Pasó en un
abrir y cerrar de ojos,” suspiró el anciano. “La ciudad crecía a un ritmo
alarmante. A veces me pregunto si no había sido todo una pesadilla.”
“Es real. No
hay ninguna duda al respecto. Y fuisteis vosotros los que la creasteis. Rou,
¿no es la gente que participó en el proyecto de renacimiento la misma que está
ahora en el núcleo administrativo de No. 6?”
“Estaban
todos. Eran todos jóvenes e inteligentes. Cada uno de ellos tenía su ideal.”
“¿Todos los
de la foto?”
“Sí. Pero no
sale todo el grupo. La foto – es de cuando Karan vino a hacerme una visita al
laboratorio. Recuerdo que el que hizo la foto era un periodista joven que
estaba investigando. También tenía sus propios ideales y su sentido del deber
como periodista.”
“Bueno,
ahora no es más que un viejo alcohólico. Seguramente tenga mas roña bajo las
uñas que sentido del deber. Pero aun así es mucho mejor que vosotros. Ha dejado
que el alcohol se le suba a la cabeza – pero no que cambie sus ideologías.
Todos y cada uno teníais vuestro ideal, ¿eh? ¿Y hasta aquí es hasta dónde os ha
llevado?”
“Nezumi –
quiero que al menos te creas esto. Intentamos fundar una ciudad ideal, un
paraíso libre de la guerra y la pobreza… dónde nos equivocamos, no lo sé…”
Nezumi se
rio con desdén. “La gente no puede ser Dios. Los humanos no pueden crear un
paraíso. Pensasteis que podíais convertiros en Dios, en un creador todopoderoso.
Pensasteis que erais poderosos. Ese fue el momento de vuestra caída.
Empezasteis a corromperos. Los engranajes empezaron a girar al contrario.
Dejasteis de tener en cuenta los sentimientos de la gente, y dejasteis de
preocuparos por si sufrían o no. Todo lo que teníais era la avaricia que os
guiaba a satisfacer vuestras ideologías – no, vuestros deseos. Para
conseguirlo, pensasteis que se os perdonaría cualquier cosa. Ni siquiera necesitabais
pedir perdón – estabais por encima de eso. ¿Paraíso?
Lo único que hicisteis fue crear un monstruo arrogante y despiadado protegido
por unas murallas de aleación, y convertir todo lo que había alrededor en un
infierno.”
Las palabras
de Nezumi no contenían ninguna emoción. Eran frías y con un todo moderado. Pero
Sion se daba cuenda de las emociones que se revolvían en el interior de Nezumi.
Podía escuchar el rugido del infierno.
“Para cuando
me di cuenta-” dijo el anciano, “No. 6 ya había empezado a cambiar. Se
construyeron las murallas, con lo que se aisló de lo que tenía alrededor.
Absorbía la riqueza de lo que tenía alrededor, e intentaba mantenerse a sí
misma dentro de su muralla. Nació una autoridad absoluta, y aparecieron
organizaciones que apoyaban dicha autoridad.”
“¿Estabas
tan absorto con tus experimentos que no te dabas cuenta de nada más? Eso no te
hace ser menos culpable.”
“Lo sé. Mi
crimen fue grave. Después de todo… estaba con el lado que masacró a tu familia
y amigos.”
“¿Qué?” Sion se enderezó sin pensar. Su
mirada pasaba de la cara de Nezumi a la del anciano.
“Entonces es
verdad,” murmuró Nezumi. Su tono de voz era todo lo contrario del que había
usado antes, era frágil e inseguro. “Entonces es verdad. Así son las cosas.
Sabía que te habían exiliado de No. 6 y que te habías ido a vivir con la gente
que vive bajo tierra. Sospechaba que habías sido una pieza clave en el
nacimiento de No. 6. Pero pensar que participaste en esa masacre… No creía que
eso pudiese ser verdad.”
“¿Masacre?
Nezumi, ¿de qué va esto?”
“La historia
de No. 6. La Masacre de Mao. Masacre en la que murieron más de cien personas.”
“La Masacre
de Mao…”
“Seguro que
no has oído hablar del tema.”
“No… es la
primera vez que lo oigo.”
“No es nada
de lo que avergonzarse. A excepción de los perpetradores y las víctimas, no lo sabe nadie. Seguramente
sea el incidente en el que No. 6 reveló su naturaleza atroz por primera vez.
Por eso lo han tapado. No hay informes. Pero me acuerdo, es algo que no se me
va a olvidar en la vida. Es una imagen que tengo grabada a fuego.”
“¿Cuándo
pasó?”
“Hace doce
años.”
“¿Doce años?
Entonces ya había nacido.”
“Sí. Y ya
estabas clasificado como parte de la élite, y ya habrías estado viviendo en tu
mansión en Chronos. Que crío más activo y adorable tenías que haber sido.”
Sion se
encontró a sí mismo cogiendo a Nezumi del brazo.
“Dímelo.
¿Qué pasó? ¿A quienes mataron? ¿Es la Caza? ¿Es algo que pasó en el Bloque
Oeste?”
“No.”
“Entonces, ¿Dónde?”
“En el
bosque.”
“¿En el
bosque? ¿Te refieres a los bosques que hay al norte?”
Nezumi
apartó los dedos de Sion. Al mismo tiempo, se giró y le clavó los dedos a Sion
en el brazo.
“Escucha.”
Sentía el aliento de Nezumi en su oreja. Era frío. “Te lo diré.” Sus dedos pasaron del brazo a la garganta de
Sion, trazando con lentitud la marca roja que la decoraba.
“Tienes una
cicatriz roja, un regalo de la avispa, ¿verdad?”
“No es un
regalo que me alegre haber recibido.”
“Yo también
tengo uno. Pero de No. 6.”
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