Difrutad del último capítulo de la segunda novela~ ¡En nada empiezo la tercera!
Capítulo 5
Peligro Oculto
El primer día, todos señalábamos nuestros países. El tercer o cuarto día nuestros continentes. El quinto día sólo veíamos una Tierra.
- Sultan bin Salman Al-Saud, astronauta.
En cuanto Sion terminó de leer el libro infantil, Karan suspiró de satisfacción.
“Era una historia muy buena.”
Rico resopló. Se toqueteó las vendas, recién cambiadas, del cuello y se quejó.
“Bueno a mí no me ha parecido tan buena. Las historias de conejitos son aburridas.”
“Entonces, ¿qué tipo de historia quieres escuchar, Rico?” Preguntó Sion.
“Uuuum-” Rico se paró un momento a pensar. “Oh, una historia sobre pan. Y – y una sobre sopa y patatas fritas.”
“Tienes que tener hambre, Rico.”
Karan se giró hacia Sion y asintió.
“Siempre tiene hambre. Siempre tiene más hambre que el resto.”
“Espera un momento, creo que queda algo de sopa…” ¿Quedaba algo de sopa? Un plato de sopa que pudiese saciar el hambre de Rico un rato –
Karan se levantó.
“No, gracias. No pasa nada. Ya es hora de irnos a casa.” Cogió a su hermanito de la mano y se dirigió hacia la puerta. Se detuvo, se dio la vuelta y dijo en voz muy bajita, “gracias por leernos.”
“De nada.”
“¿Podemos volver mañana?”
“Claro.”
“Vale.” A Karan se le dibujó una sonrisa en la cara mientras medio arrastraba a Rico. Nezumi se estiró a la sombra de una pila de libros.
“Idiota como siempre, ¿eh?”
“¿Idiota? ¿Yo?”
“Dicen que los idiotas más grande no se dan cuenta de que son idiotas. Creo que había un refrán que decía eso.” Nezumi se levantó y se enrolló la prenda de superfibra alrededor del cuello. “Has intentado darles una limosna a los niños. Has intentado darles sopa.”
“¿Y eso es algo idiota?”
“Esos niños vienen a que les leas. No han venido a pedir. Si pudieses asegurarte de que Rico no vuelve a pasar hambre sería genial. Pero si le das la sopa que ha sobrado un día, ¿qué harás la próxima vez que tenga hambre? No podrías ocuparte de él todo el tiempo. Si vas a ser un irresponsable y a dejar las cosas a medias, sería mejor que no le dieses nada desde un principio. Karan tiene más idea de cómo funcionan las cosas. Esa chica es brillante y digna. Sabe que es mejor rechazar tu caridad.”
Sion se hundió en una silla. Las palabras de Nezumi siempre le dolían. Sentía como si le estuviesen arrancando la piel. Su idiotez, su arrogancia, su imprudencia. Cuando le quitaban su vanidad, se quedaba desnudo: superficial y pretencioso – su auténtico yo. Nezumi se puso delante de él y siguió hablando mientras se ponía unos guantes.
“Hay otro ejemplo de tu estupidez. ¿Quieres oírlo?”
“Claro. Cuéntamelo.”
“Has hecho una promesa para mañana.”
“¿Y qué tiene eso de malo?”
“No puedes estar seguro de que vaya a haber un mañana.”
Sion tomó una gran bocanada de aire.
“¿Estás diciendo que no es seguro que vaya a estar vivo mañana para leerles unos libros a esos niños?”
“Sí. Ves, ahora coges más rápido las cosas. Estás en la Lista de Fugitivos del Departamento de Seguridad y ayer saliste fuera a dar una vuelta. No me extrañaría que los satélites ya te hubiesen encontrado. Quizá hayan un par de agentes del Departamento de Seguridad que no tienen nada mejor que hacer viniendo hacia aquí en este momento. Si lo están, ya te puedes ir olvidando de la sesión de lectura de mañana. Si tienes suerte, te meterán en una celda del Correccional; si no, no podrás ni hablar porque estarás muerto.”
Sion estaba mirando las manos, cubiertas por los guantes, de Nezumi. Incluso cuando estaba diciendo cosas tan crueles sus movimientos eran elegantes. A Sion le gustaría ser capaz de imitarle.
“¿Qué?” dijo Nezumi. “Estás soñando despierto otra vez.”
“Oh… uh, lo siento.”
“No eres consciente del peligro, ¿verdad? Creo que hasta un cervatillo recién nacido tendría más cuidado que tú.”
“Nezumi.”
“No quiero oírlo,” dijo con brusquedad. “Me voy a trabajar.”
“¿De verdad tienen intención de detenerme las autoridades?”
Nezumi se detuvo.
“Este sitio está pegado a No. 6,” continuó Sion. “Si de verdad se propusieran cogerme, no les costaría nada… no, no solo a mí. Tú también eres un VC en búsqueda y captura, ¿verdad? Y, al contrario que yo, sales fuera muchas veces. Los satélites de seguimiento de No. 6 pueden vigilar con detalle una zona desde su estación orbital.”
“Uh-huh, ¿y?”
“Me pregunto por qué. Las autoridades no van en serio a por nosotros. Estoy seguro de que aún no están desesperados al respecto.”
Nezumi se encogió de hombros.
“Sion, para bien y para mal, esa ciudad no se preocupa por nada de lo que pasa fuera de ella. Para ellos, todo está completo con lo que permiten estar dentro de sus murallas. El Bloque Oeste es su vertedero. Aquí tiran sus desechos. Si para ellos eres un desecho, el Bloque Oeste es donde deberías estar. Han cogido lo que ya no les vale y lo han tirado en su vertedero. Y no van a volver a por ello.”
“Así que, siempre y cuando esté aquí, estoy a salvo.”
“Quién sabe. Puede que la cosa no vaya tan bien, pero es probable. Dijiste que querías vivir aquí, ¿no? Puede que tu sueño se haga realidad.”
“Por lo menos hasta primavera.”
Tenía una moratoria hasta primavera. Una vez que llegase la primavera y las avispas entrasen en acción, ¿qué pasaría en la Ciudad Sagrada? ¿Aterrorizarían las avispas a la ciudad? Tenía que hacer antes de que hiciese más calor, de que llegase la primavera. Tenía que idear un plan antes de que acabase el invierno.
“Las avispas carnívoras han hecho acto de presencia,” dijo Nezumi alegremente. “Deberías sentarte y disfrutar del espectáculo. Ver qué pasa con No. 6 va a ser una obra interesante. Una tragedia, o una comedia, sin igual. Me pregunto cuál será.”
“Mi madre está en la ciudad. No puedo sentarme a mirar.”
“¿Qué? ¿Estás pensando en ir a casa?”
“Una vez, antes de la primavera. Voy a ver si puedo crear un antídoto para entonces.”
“¿Usando tu propia sangre?”
“Sí. Es imposible hacer uno perfecto, eso está claro, pero merece la pena intentarlo.”
“Hey, puede que seas un genio pero, ¿qué puedes hacer sin viales ni jeringuillas? Ten por seguro que aquí no puedes conseguirlos.”
“Voy a intentar pedírselos a Rikiga-san. Puede que sea capaz de hacerse con el equipo mínimo que necesito.”
“Ese hombre no va a hacer nada que no le llene los bolsillos,” dijo Nezumi rotundamente. “Puede que seas el hijo de una mujer de la que estaba enamorado, pero intenta que haga algo de gratis, y verás lo poco que tarda en darse la vuelta e irse.”
“¿En serio piensas eso?” dijo Sion, dudoso “ – pero aún así necesitamos el antídoto. Sí, le diré que si la cosa va bien puede sacar dinero con él. Lo convenceré de alguna for-”
Nezumi movió el pie. Sion, silla incluida, acabó en el suelo. Una pila de libros se vino abajo. Los ratones salieron corriendo.
“¿A qué ha venido eso?” Intentó levantarse. Pero antes de que Sion pudiese moverse, Nezumi le puso la rodilla en el pecho, y le sujetaba el hombro con la mano.
“Sion.” Mirando a Sion a los ojos desde arriba, Nezumi movió los dedos del hombro alrededor del cuello de Sion. A través del cuero, Sion podía sentir los cinco dedos que tenía en el cuello. Empezaron a apretar poco a poco.
“¿No vas a resistirte?”
“No. No me serviría de nada. Y tú estás de acuerdo,” dijo Sion con tranquilidad.
“Te rindes con mucha facilidad, ¿eh? ¿No te importa tu vida?”
“Claro que sí.”
“¿O estás pensando que no te mataría?”
“Sí.”
Nezumi sonrió. Sus ojos grises, sus labios finos y su nariz perfecta formaron una sonrisa cruel y despiadada.
“No te lo creas tanto,” dijo con suavidad. Un cuchillo apareció en la mano de Nezumi como por arte de magia. “Me acuerdo de haber hecho algo así hacer cuatro años. Estaba sujetándote así contra la cama.”
“Yo también me acuerdo,” dijo Sion. “Aquella vez, fui yo el que se lanzó a por ti. Me esquivaste como si nada y, en un instante, me tenías cogido y no podía moverme.”
Aquella noche de tormenta. Se acordaba del viento aullando fuera de la ventana. Se acordaba de la sensación del cuerpo delgaducho de Nezumi, caliente por la fiebre. Habían pasado cuatro años.
Han pasado cuatro años y aún ni puedo ni tengo la intención de empujar a un lado este cuerpo.
“Aquella vez, tenía una cuchara. Y te dijo - ¿te acuerdas? – que si fuese un cuchillo, estarías muerto.”
“Sí.”
“¿Quieres probarlo?” Apartó los dedos del cuello de Sion. En su lugar, puso la hoja del cuchillo. Estaba fría. Sion sintió una punzada de dolor.
“No voy a dejar que hagas un antídoto,” susurró Nezumi. “No te he salvado para que ahora hagas algo como eso. No metas las narices donde no te llaman. Quédate aquí hasta que llegue la hora.”
“¿Hasta que llegue la hora? ¿Y eso cuándo va a ser?”
“Cuando le de el golpe de gracia a No. 6.”
“¿Cuándo le des el golpe de gracia…?”
“Sí. Voy a ahogarla hasta su último aliento.”
El peso desapareció de encima del pecho de Sion. Nezumi guardó el cuchillo y borró esa sonrisa cruel. Se quitó un guante y acarició el cuello de Sion con el dedo. Se le manchó de rojo la punta del dedo.
“Esta es tu sangre. Ni se te ocurra hacer algo tan idiota como un antídoto. Haz mejor uso de ella.”
“Nezumi.” Sion le cogió por la muñeca. “¿Por qué odias tanto No. 6?”
No hubo respuesta.
“¿Qué ha pasado entre ti y No. 6? ¿Por qué la odias tanto?”
Nezumi exhaló. Flexionó los músculos de la muñeca.
“Sion, ¿todavía no entiendes el tipo de lugar que es No. 6? Absorbe los nutrientes de lo que tiene alrededor, y mientras estos se agotan, No. 6 no hace más que engordar. Es una horrible-”
“Ciudad Parásito.”
“Exacto. Así que sabes de qué estoy hablando. La humanidad se empeña cada vez más en expulsar a los parásitos. Lo que estoy haciendo es lo mismo. Voy a borrar No. 6 de la faz de la tierra. Una vez que la ciudad desaparezca, la gente de aquí ya no tendrá que seguir viviendo en un vertedero.”
“Pero lo que quiero oír es tu razón personal,” insistió Sion.
“No tengo una.”
“Mientes. Fuiste tú el que me dijo que luchase sólo por mí mismo.”
Nezumi se quedó callado y se encogió de hombros.
“¿Es por venganza?”
Silencio. Nezumi ni se molestó en sacudirse la mano de Sion, y le miró a la cara quedando frente a frente.
“¿Quieres vengarte de No. 6? Si es eso - ¿qué fue lo que pasó?”
“No tengo ninguna necesidad de decírtelo.”
“Quiero oírlo.” Sion apretó los dedos alrededor de la muñeca de Nezumi. “Quiero saberlo, Nezumi.”
De repente, Nezumi empezó a reírse. Parecía una risa totalmente llena de alegría.
“Geez, eres como un niño en plena rabieta. Está bien, Sion.”
“¿Mm-hmm?”
“Si te lo digo, ¿me ayudarías?”
“¿Eh?”
“Me ayudaría a acabar con la ciudad en la que has nacido y crecido? ¿Me ayudarías a destruir – no a salvar – esa ciudad? No necesito ningún antídoto. Si las avispas carnívoras existen, entonces las usaré. Quiero causar el caos No. 6 desde dentro. Quiero ver a la gente que siempre ha vivido allí completamente segura caer presa del pánico y llevarse a sí misma a la destrucción. Eso es lo que tengo en mente. ¿Me ayudarás, Sion?”
Sion sacudió la cabeza de un lado a otro. Apartó la vista del par de ojos grises.
“No puedo hacer eso.”
Se sacudió los dedos de Sion.
“Siempre haces lo mismo,” escupió Nezumi. “No dejas de decir que quieres saber, pero no estás preparado para soportarlo. Saber significa estar preparado para saber. Una vez que sabes la verdad, no hay vuelta atrás. No puedes volver atrás, a ser feliz con tu ignorancia. ¿Por qué no puedes entender eso? – Sion, déjame hacerte otra pregunta.”
Nezumi se agachó y puso un dedo debajo de la barbilla de Sion.
“¿No. 6 o yo – cuál eliges?”
Sion se quedó sin respiración. Sabía que tarde o temprano iba a tener que tomar esa decisión, Lo había visto venir.
¿Cuál escogería? Si escogía uno, perdería lo otro. No quería volver a No. 6. En ese sentido, no tenía nada que lo atase a la ciudad. Pero con la gente era diferente. Su madre, Safu, que ahora estaba en otra ciudad, y los habitantes de Lost Town estaban todos dentro de esos muros. Dentro de esos muros había recuerdos felices.
Si el odio de Nezumi abarcaba la totalidad de No. 6, personas, paisajes y recuerdos incluidos, entonces no podía estar de acuerdo con el odio de Nezumi.
Nezumi quitó el dedo de la barbilla.
“Tu quieres No. 6 y yo la odio. Por eso es por lo que – un día, seremos enemigos.”
Era un susurro. Un susurro que le apuñalaba el corazón.
“Tengo el presentimiento de que lo seremos,” dijo Nezumi en voz baja.
Ya había dicho algo por el estilo con anterioridad. Aquella vez, Sion también había dicho que quería saber. Quería saber como había crecido Nezumi. Quiero saber sobre ti, era lo que había dicho. Y ahora le estaba dando la misma respuesta que le dio entonces. Vamos a ser enemigos. Pero aquella vez, la risa era visible en los ojos de Nezumi y su voz tenía el tono de una broma. Pero ahora, era pesada. La oscuridad envolvía la afirmación, y Sion se dio cuenta del peso de ésta. Era la respuesta sincera de Nezumi.
Algún día, seremos enemigos.
Nezumi se levantó y miró el reloj que había en la pared.
“Joder, llego tarde,” dijo para sí mismo. “Seguramente el mánager estará cabreado.” Le dio la espalda a Sion. En su voz y en sus ojos ya no quedaba rastro de ninguna sombra o intención asesina. Sus ojos grises brillaban y su tono era casual.
“Nezumi.”
“Sí, sí,” dijo Nezumi sin darle importancia. “Mamá se va a trabajar. Ovejita, te quedas al cargo de la casa hasta que vuelva. Va a venir un lobo malo, pero hagas lo que hagas, no abras la puerta, ¿vale?”
“No me subestimes,” dijo Sion en voz baja.
La expresión de Nezumi se endureció. Levantó la barbilla un poco y frunció el ceño.
“¿Qué acabas de decir?”
“He dicho que no me subestimes tanto.”
“¿Te has ofendido porque te he llamado ovejita? Entonces, ¿por qué no te doy el papel d Caperucita Roja? La pequeña e inocente Caperucita Roja. Totalmente ajena al peligro o a tener cuidado, el lobo acaba comiéndosela. Un papel perfecto para ti.”
No vas a provocarme. Puedes tratarme con toda la condescendencia que quieras. Pero tengo algo que decirte.
“A veces puedo ver cosas que tú no.”
“No entiendo lo que quieres decir,” dijo Nezumi sin más. “Oh, espera, se supone que esa es tu frase habitual, ¿no?”
“Usas dicotomías para todo,” continuó Sion, ignorando el comentario de Nezumi. “O quieres o odias. O son amigos o enemigos. Dentro del muro o fuera del muro. Y siempre dices que sólo se puede elegir una.”
“Por supuesto. Si me quedase en el cruce perdiendo tiempo pensando qué hacer, acabaría por morirme. Eso es lo que hacen los cobardes y los traidores. No puedes huir siempre. Algún día tendrás que escoger una u otra.”
“¿No crees que pueda haber una tercera opción?”
“¿Tercera opción?”
“Sí.”
“Sion, lo que estás diciendo no tiene sentido,” dijo Nezumi irritado. “¿Qué ‘tercera opción’?”
“En vez de destruir No. 6, ¿qué tal si la haces desaparecer? ¿Nunca lo has pensado?”
Nezumi se puso una mano en la mejilla y suspiró. Estaba intentando que no se le viera en la cara que estaba agitado, pero Sion podía decirlo. Sion dio un paso adelante.
“Destruir los muros. Acabar con ellos.”
“¿Te refieres a las barreras de No. 6?”
“Sí. Sin los muros, No. 6 en sí dejaría de existir. Todo el mundo podría ir y venir libremente. Acabar con las puertas y los muros. Entonces no habría nada que dividiese los Bloques y-”
Nezumi se echó a reír. Se dobló aguantándose el estómago. Su risa vacía hizo eco en la habitación. Los ratones se hicieron una pelota asustados, haciéndose aún más pequeños.
“¿Tanta gracia te hace?” dijo Sion, tenso.
“Es muy gracioso. Tan gracioso que me va a hacer llorar de la risa. No te limitas sólo a ser inocente, ¿no? ¿También tienes tendencias ilusorias? Que tercera opción ¿eh? Eso no son más que palabras bonitas, un cuento de hadas.”
“Nezumi, estaba hablando en serio cuando he dicho-”
“No quiero oírlo.” No quedaba ni rastro de la sonrisa en su cara mientras decía esto. “No podemos permitir que ese lugar desaparezca tan fácilmente. Tenemos que dejarlo seguir como hasta ahora, dejarlo seguir engordando y adornándose. Sólo puedo imaginarme lo genial que va a ser abrir en canal esa ciudad de un golpe. Voy a sacarle todas las entrañas y a exponerlas a la luz. No puedo esperar. Sí, la primavera va a ser genial. Tengo ganas de que llegue.”
Sion levantó la barbilla y apretó los puños a los lados.
“No me importa que te rías de mí, pienso que puede hacerse,” dijo desafiante. “Quiero creer que es posible.”
“Sólo estás buscando una ruta de escape,” contestó Nezumi. “Estás buscando una forma para evitar hacerte daño. Si te libras de los muros no vas a encontrar el cielo. Va a ser un infierno. Tumultos, desorden, peleas, saqueos – no sabes lo oprimida que ha estado esa gente hasta ahora. No sabes cuanta gente se ha sacrificado para que esta ciudad esté donde está. No lo sabes y por eso puedes inventarte cuentos de hadas como esos. Sion, es imposible. No es como mezclar pintura, no puedes mezclarlas y que se haga sólo una. Una tendrá que destruir a la otra, es la única solución. Eso es lo que ha decidido el destino. Amor y odio, amigos y enemigos, los que están dentro y los que están fuera de los muros – y tú y yo. Nunca pueden ser uno, y nosotros tampoco podemos.”
“No lo sabes hasta que lo intentes. Estoy seguro…”
“¿Estás seguro?”
“ – Sé que no me convertiría en tu enemigo. Jamás. Da igual lo que pase, aunque muriese, estaría a tu lado.”
“Nada más que palabras bonitas.”
“Es mi decisión.”
Era su voluntad, y era inamovible. Para saber, primero tenías que intentarlo. Creía que las almas humanas, cuando se enfrentasen a algún problema, al final escogerían la paz antes de la guerra, canciones y escritos antes que las armas y el amor antes que el odio. No era una fantasía. Era esperanza. Aún no he abandonado la esperanza. Quiero encontrar un camino que no puedes ver, y enseñártelo.
Nezumi apartó la mirada. Le pegó una patada a la pata de la silla con la punta del zapato.
“A veces me toca mucho los cojones estar contigo. Tienes la cabeza llena de teorías inocentes e idealistas, y hablas como si te las tomases en serio.”
“No me escucharías si no fuese en serio al respecto.”
“Es suficiente,” cortó Nezumi. “Cállate.” Levantó la silla que había tirado y le golpeó levemente el cojín desteñido. “Alguien como tú que se dedica todo el día a teorizar debería sentarse aquí todo el día. Ignorar el mundo exterior y pensar sobre esto y aquello. No me hables más. No me cabrees más.”
“Nezumi-” empezó Sion.
“No quiero oírlo. Escucharte me pone malo. Me pone malo y me agota. Joder, su hubiese sabido que eras tan hablador nunca te habría traído aquí.”
“No hablo tanto. La verdad es que no me gusta hablar con la gente.”
“Mas razón para callarte.”
Pero no puedo callarme sin más. No puedo quedarme aquí sentado en mi propio mundo ignorando el mundo real. Tengo que hablar contigo, escuchar tu historia y buscar la forma de que podamos seguir viviendo juntos.
No quiero seguir viviendo así – tapándome los oídos, cerrando la boca y los ojos. Nezumi, eres tu el que hace que me sienta así. Destápate los oídos, dijiste, abre la boca y obliga a tus ojos a ver. Esas fueron tus palabras. ¿Y ahora me dices que me calle? ¿Me estás diciendo que no quieres oírlo?
“¿Y ahora quién es el cobarde?” murmuró en voz alta sin pensar. La expresión de Nezumi se endureció.
“¿Qué has dicho?”
¿Esto va a acabar en una pelea? El pensamiento le revoloteaba en un rincón de la mente. Entonces decidió que no le importaba si lo hacía. Nezumi podría tirarlo al suelo sin ningún esfuerzo. Eso no había cambiado desde hacía cuatro años. Sion no tenía ninguna oportunidad contra él. Pero esto no se trataba de ganar o de perder.
Quería cargar contra Nezumi con su propio cuerpo. No le importaba acabar en el suelo, que le pegase un puñetazo o agarrado de forma que no pudiese respirar. Aunque fuese un instante, quería colisionar con Nezumi como iguales.
Pero Nezumi volvió a apartar la mirada. Se dirigió hacia la puerta sin dirigirle una mirada siquiera a Sion. Pero antes de que la mano de Nezumi se hubiese cerrado en torno al pomo, se escuchó el sonido de unos arañazos. Algo estaba arañando la puerta. Un segundo después, se escuchó un ladrido. Nezumi y Sion se miraron el uno al otro.
“Parece un perro.”
Nezumi abrió la puerta. Un perro grande de color marrón estaba sentado delante de la puerta moviendo el rabo. Tenía un paquete blanco en la boca.
“Eres uno de los de Inukashi - ¿le ha pasado algo?” Nezumi recuperó el paquete de la boca del perro. Era una carta. Nezumi la leyó y relajó las comisuras de la boca.
“Sion, es una oferta de trabajo para ti.”
Sion pasó los ojos por la carta que le pasó Nezumi. Era casi ilegible. El papel era viejo, estaba amarillento y lleno de babas de perro y la escritura era muy desordenada. Pero emocionó a Sion más que cualquier otra carta que hubiese recibido.
Hey Sion, ¿te apetece trabajar? Es un trabajo de lavar perros. Necesito algo de ayuda. Si quieres hacerlo, sigue a este chico. Siempre y cuando esté contigo, los Despachadores no intentarán nada. Nos vemos: Pd: este chico dice que estás hecho para lavar perros. |
“¿Qué es eso de lavar peeros?”
“Pues eso. Lavar perros – los que Inukashi alquila como mantas. Son esos grandes con tanto pelo. Tiene que haber unos veinte. A veces los clientes no pagan porque se quejan de que los perros huelen mal o tienen pulgas, así que una vez a la semana, los días que salen buenos, los lava. ¿Qué vas a hacer?”
“Está claro que voy a ir,” dijo Sion, radiante. “Me está preguntando si quiero trabajar. Es mi primer trabajo. Ahora tengo un trabajo.”
“¿Quieres parar de una vez?” dijo Nezumi haciendo una mueca. “Mira que es fácil complacerte, ¿eh?”
“Nezumi, ¿debería llevarme algo? ¿Crees que voy a necesitar jabón?”
“Seguramente no necesites nada. Pero ten cuidado de los hombres y las mujeres que quieran meterte en un callejón. Aunque si el perro va contigo creo que no tengo de que preocuparme. Te acompaño un poco.”
“Hablando de esto, quiero ver donde trabajas un día de estos. Y verte actuar.”
“No te hagas muchas ilusiones.”
El perro ladró.
“Gracias,” le dijo Sion. “Gracias a ti he conseguido mi primer trabajo. Soy todo tuyo, llévame.”
El perro movió la cola mientras Sion se agachaba a su altura, y le chupo bajo de la barbilla.
“¿Me estás lamiendo la herida? Buen chico.”
“Idiota, sólo la ha lamido porque huele a sangre.”
“No creo. Creo que lo ha hecho porque se preocupa por mí. Pero da igual la razón, el caso es que es más majo que tú.” Dijo Sion con ironía.
“No me compares con un chucho,” dijo Nezumi hoscamente. Parecía molesto. La forma en la que frunció el labio trajo una imagen de su cara hacía cuatro años. Por alguna razón, a Sion le entraron ganas de reírse y se sintió nostálgico.
“¿Qué?” dijo Nezumi. “¿De qué te ries?”
“De nada,” dijo Sion con suavidad. “Es sólo que acabo de darme cuenta de que aun queda algo de niño en ti. Me ha hecho feliz.”
“¿Eh?”
“No importa. Venga, vamos,” dijo emocionado. “Haz de guía.” Le acarició la espalda al perro con suavidad. Entendiendo la señal, el perro empezó a subir las escaleras. Sion lo siguió y salió fuera de la habitación subterránea.
El sol brillaba. Ya veo – un día como este es perfecto para lavar a los perros. Miró al cielo e inspiró profundamente.
Parecía como si la luz estuviese absorbiendo la figura de Sion. Cada vez que Nezumi salía de aquel agujero oscuro, la luz se le clavaba en los ojos. No le gustaban los sitios muy iluminados. Los sitios iluminados se convertían con facilidad en áreas de peligro. Lo sabía bien por experiencia. No podía ser como Sion y aceptar la luz sin ninguna duda.
Amigos y enemigos. Dentro de los muros y fuera de los muros. Amor y odio. Luz y oscuridad.
Te lo dije, ¿no? No pueden coexistir. Te lo he dicho muchas veces, y aún así parece que no lo entiendes.
Se tragó un suspiro que casi se le escapa. El nudo se volvió a hundir en su pecho.
Justo cuando Nezumi iba a cerrar la puerta, un ratón empezó a restregarse contra su pie.
“Has vuelto.” Lo levantó con la mano. El ratón parecía exhausto. Tenía los ojos color uva llorosos.
“Has trabajado duro. Descansa.” El ratón sacudió la cabeza y escupió una cápsula en la mano de Nezumi. Había un pedazo de papel azul claro dentro.
“Una respuesta, ¿eh?” Si lo era, Sion se pondría contento. Hoy tenía que ser el día de la carta o algo.
Durante un instante, la oscuridad pasó por su corazón. Una cosa negra. No tenía forma – no era más que oscuridad. Duda, una mala premonición. Sintió un leve dolor latirle en la parte de atrás de la cabeza.
Su habilidad de sentir el peligro o las desgracias era algo que había tenido desde el día que nació. Gracias a esa habilidad, había conseguido escapar muchas veces, algunas por un pelo. El contenido de esa cápsula olía mal. Olía como el primer paso de algo que lo llevaría hasta la destrucción…
Abrió la cápsula. El papel tenía cosas escritas en lo que parecía ser la letra de Karan.
El Departamento de Seguridad se ha llevado a Safu. Ayuda. -k |
El dolor empeoró. Nezumi cerró los ojos con fuerzas y se apoyó contra la puerta.
Safu – era esa chica. ¿Por qué – no era de la elite? Igual que Sion…igual que Sion… lo que significa - ¿se la han llevado en su lugar? ¿Un segundo chivo expiatorio? Pero no sabia el por qué. ¿Por qué necesitan un sacrificio? A Sion le colgaron un asesinato para encubrir lo que había hecho la avispa carnívora. Sólo deberían necesitar un culpable. Así que, ¿por qué las autoridades quieren otro sacrificio? ¿Por qué-?
Fuera como fuese, si esa chica era el segundo chivo expiatorio, no se la habrán llevado al Departamento de Seguridad. Se la habrán llevado al Correccional. Un ratón tarda medio día en volver de No. 6. No hay tiempo. Seguramente ya la habrán encerrado en el Correccional.
¿Por qué se estaban librando con tanta facilidad de una estudiante del curso avanzado que ellos mismos habían medido, seleccionado y habían gastado mucho tiempo y dinero en criar?
¿Por qué? ¿Por qué – qué está pasando? ¿Qué están escondiendo? ¿Qué va a pasar?
Nezumi se enderezó lentamente.
No lo sabía. Era un misterio. Pero ahora no era el momento de estar resolviendo puzzles. Tenía que tomar una decisión importante.
¿Qué hago con esto?
Si le enseñaba la nota a Sion, éste iría derecho al Correccional sin ni siquiera saber dónde está. Iría con la simple intención de rescatar a Safu. Un idiota como él no sería capaz de dejar morir a un amigo. Si podía evitarlo, era razón más que suficiente para él para meterse de cabeza en un nido de serpientes venenosas. Iría voluntariamente hacia su propia muerte.
¿O me deshago de ella?
Era algo muy fácil de hacer. Esa chica, Safu, no tenía nada que ver con Nezumi. Era una extraña. No era asunto suyo lo que le pudiese pasar. Podría dejar las cosas tal y como estaban y no importaría. No cambiaría nada.
Pero si Sion moría, algo dentro de él cambiaría. No quería ver morir a Sion. Seguramente sufriría. No Sion, si no él – Nezumi – sufriría al tener que vivir y ver delante suyo el cadáver de Sion. Volvería a experimentar el mismo sufrimiento, como si le estuviesen quemando vivo en el infierno.
Tienes que estar de coña. Ya he tenido bastante.
No quería perderle. No quería experimentar el remordimiento de ser el que sobreviviese.
¿No quiero perderle? ¿Sufriría?
Estaba chascando la lengua con frustración.
Así que a esto había llegado. Casi tenía ganas de hacerse una pelota en el suelo.
Había rescatado a Sion del Departamento de Seguridad para pagar la deuda que tenía con él. Eso era todo. Nunca había deseado nada que lo uniese a él. Sion no era el único – nunca había deseado unirse a nada ni compartir su corazón con nadie. Los sentimientos hacia los demás eran incluso más peligrosos que la luz. No quería ninguna conexión con nadie. Ya fuese hombre o mujer, sólo se relacionaba con aquellos con los que pudiese acabar con esa relación rápidamente.
Nunca le abras tu corazón a nadie. No creas en nadie más que en ti mismo.
Nezumi dobló con cuidado la nota de Karan y la volvió a meter en la cápsula.
Estaba acostumbrado a la pérdida, al sufrimiento, ¿no? Aunque Sion muriese, lo más probable es que no llorase su pérdida. Aunque lo hiciese, sería poco tiempo.
Podría usar la ducha y la cama con total libertad. No se tendría que preocupar de hacer suficiente sopa. No le atosigarían con preguntas estúpidas ni le hablarían. Se libraría de tener que levantar la vista de un libro para escuchar las preguntas del otro intentando controlar su irritación.
Volvería a su vida normal. Eso era todo. Debería darle la nota, cápsula incluida a Sion, y entonces darle la espalda.
De repente, Nezumi abrió la puerta.
Delante de él estaba su habitación llena de libros y con poco mobiliario. El sótano, de paredes gruesas, era un nido que le iba perfecto a una rata como él.
La habitación tenía un aspecto inhóspito y oscuro, y más grande de lo habitual. Su oscuridad, frialdad y espacio vacío le caló en los huesos.
Eso era lo que significaba unirse a alguien. No sería capaz de volver a vivir solo. Era una de las muchas trampas que acechaban su vida. Y había caído en esta.
¿Aún tengo elección?
“Nezumi, ¿qué pasa?” Sión le llamó desde arriba de las escaleras, la entrada que llevaba al nivel del suelo. “El perro me está metiendo prisa. Date prisa y sube.” Su figura ensombrecida flotaba contra el mediodía.
¿Aún tengo elección? Sion, ¿sería capaz de vivir sin ti? Después de cierta cantidad de sufrimiento, ¿podría separarme de la trampa en la que te has convertido?
¿Sería capaz de separarte por completo?
“¿Nezumi?” La voz que venía de arriba estaba cargada de aprensión.
“Nada – ya voy.” Cerró la puerta. Escuchó ladrar al perro. Había luz. Una brisa.
Nezumi se enrollo la prenda de superfibra alrededor del cuello y empezó a subir los escalones uno a uno. Siguió ascendiendo hacia el nivel del suelo.
¡Si! Me encanto este capitulo~ Concuerdo con @Yukima.fujoshi, es 1000 veces mejor que el anime. Es tan distinto, la confusión, la indecisión, los sentimientos de Nezumi *^*
ResponderEliminarMuchas gracias por la traduccion, (Traduces tan rapido~) te estare agradecida por siempre T.T
GRACIAS!! llevo buscandola por meses! y en todos los sitios de descarga había problemones de compatibilidad <3 La novela es muucho mejor que el anime <3
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