miércoles, 25 de abril de 2012

No. 6 Vol 3 Capítulo 4

Iba a ponerla esta noche, pero por ser el capítulo que es la pongo ya xD

¡Que lo disfrutéis!






Capítulo 4
Una mentira de verdad, una verdad de ficción.

Las orejas del rey son orejas de burro.
Orejas de burro grandes y peludas.
Orejas de burro que se mueven.
-Mito griego de las orejas de burro del Rey Midas.


Nezumi caminaba lentamente por el camino nocturno. Aquí, la noche y la oscuridad eran sinónimos. Cuando desaparecía la luz natural lo único que quedaba era un mundo de oscuridad. Todo se teñía de negro.

A veces, de las barracas que apenas protegía del viento y de la lluvia escaba algún halo de luz. Pero esas luces no tardaban mucho en desaparecer, y el frío reinaba entonces sobre la noche, atravesando la oscuridad, el silencio y la ropa de la gente para llegar hasta sus cuerpos.

Hasta las pequeñas nubes de vaho que se le escapan de los labios desaparecían en la oscuridad. Alzó la cara hacia el cielo. Incontables estrellas brillaban en el cielo nocturno.

Seguramente la mañana siguiente sería más fría de lo normal. Y, en el exterior, más gente moriría de frío. Un destino cruel para encontrar bajo un cielo estrellado. Incluso con un cielo tan lleno de estrellas, nadie decía que aquellas noches de invierno eran hermosas – ni que aquella tierra lo era.

Nezumi se detuvo  y observó la ciudad que brillaba en la distancia. La ciudad de la luz surgía entre la oscuridad – la Ciudad Sagrada de No. 6.

La ciudad entera desprendía un brillo dorado que le recordaba al mito del Rey Midas, el que convertía en oro todo lo que tocaba.

En la fría oscuridad, Nezumi sonrió con languidez.

El Rey Midas podía convertirlo todo en oro, pero a cambio no podía llevarse pan o carne a la boca e incluso acabó por convertir a su propia hija en una estatua de oro. Fue entonces cuando se dio cuenta de su avaricia y de  su locura y suplicó a los dioses su perdón.

No.6 ¿qué es lo que vas a hacer? Tú, la ciudad que menosprecia en nuestra oscuridad, y hace brillar sus engaños, ¿te arrodillarás algún día suplicando perdón? Pero no habrá dioses para ser misericordiosos. Envuelta en esa toga durada tuya caerás, arderás y perecerás. Seguiré viviendo hasta que caiga la cortina en tu acto final. Seguiré viviendo y lo veré con mis propios ojos.

Nezumi volvió a envolverse en la capa de superfibra y siguió andando. Un pequeño ratón, uno que Sion había llamado Hamlet, sacó la cabeza de entre los pliegues de la capa y empezó a hacer ruiditos.

Sí, iba a vivir. Igual que lo había estado haciendo hasta ahora, iba a seguir viviendo aunque tuviese que arrastrarse de rodillas por el suelo. Se escudaría de cualquier peligro, afilaría sus colmillos y garras y seguiría viviendo hasta el momento en el que le clavase los dientes en la garganta y lo despedazase.

Sobreviviría, seguiría viviendo. Lo haría.

Nezumi metió la mano en el bolsillo de atrás de los pantalones. Dentro estaba la nota de Karan.


Los del Departamento de Seguridad se han llevado a Safu. Ayuda. -K

Aun no se lo había dicho a Sion. ¿Qué iba a hacer? Nezumi estaba indeciso. Era incapaz de tirar la nota, pero tampoco se la daba a Sion y después le daba la espalda diciéndole que no era asunto suyo.

Estar indeciso, dudar, agitarse – sabía lo peligroso que era todo eso para él, casi hasta el punto de dolerle. Derecha o izquierda; arriba o abajo; luchar o huir; abandonar o proteger – el segundo que se tardaba en tomar la decisión era la diferencia entre vivir o morir. Nunca había tomado la decisión equivocada. Así era como había sobrevivido hasta ese momento.

Esta nota es peligrosa. Entonces, todo lo que tenía que hacer era deshacerse de ella. Junto con la indecisión que, sin lugar a dudas, no haría más que poner su vida en peligro. Era mejor enterrarla en la oscuridad.

Sabía cual era la respuesta correcta. Pero, ¿por qué no la estaba llevando a cabo? ¿Por qué se tomaba la molestia, pagando una larga suma de dinero, para obtener información del Correccional? ¿Qué cojones estoy haciendo?

Se detuvo.

Nezumi se quedó quieto, ajustando su vista en la oscuridad. Estaba en una pendiente poblada con unos cuantos árboles dispersos, a unos doce metros de su guarida subterránea.

“¿Quién está ahí?” preguntó en voz baja. Algo se estaba agitando sobre él, quizás por el aire que estaba soplando y silbaba al pasar entre las ramas desnudas. Pero aún más discretamente, algo se movía en la oscuridad, se oía el sonido de pisadas sobre las hojas.

“Has tardado un poco en darte cuenta, ¿no?” Se escuchó una risa corta. “No es propio de ti, no es propio de ti para nada. ¿En qué estabas pensando?”

“Inukashi.”

El pelo negro y la piel oscura de Inukashi venían muy bien a la hora de mezclarse en la oscuridad. Pero había sido un descuido por su parte no haber notado su presencia hasta que se había acercado tanto. Hoy, no era él mismo.

“Menos mal que solo era yo. Quién sabe cuántas vidas te habrían hecho falta si hubiese sido otra persona estando así de distraído, Eve.” Inukashi llamó a Nezumi por su seudónimo y volvió a reírse.

“Contigo no es que las cosas sean mucho más seguras,” replicó Nezumi. “Especialmente si estás esperándome en el camino de noche para tenderme una emboscada.” Dio medio paso atrás. “¿Qué quieres, Inukashi? No creo que hayas conseguido la información tan rápido.”

El tono de voz de Inukashi cambió, perdiendo todo el sarcasmo.

“Tenemos una emergencia.”

“¿Emergencia?”

“Acaba – bueno, hace un rato – de venir a verme Sion.”

“¿En serio?” le recorrió una sacudida de malestar que casi dolía.

“Y no era para hablar de su trabajo de limpiar a los perros. Me ha tirado un abrigo gris a la cara y me ha preguntado si lo he sacado del Correccional.”

“Un abrigo gris, ¿eh? ¿De mujer?”

“Sí. Tenía un desgarrón en el hombro, pero era de los buenos. Lo había sacado de una tienda e ropa usada a la que le vendo cosas. Cosas que saco del Correccional.”

Seguro que es de esa chica – de Safu. Nezumi se giró y tomó aire.

“¿Y?”

“¿Y?” repitió Inukashi con incredulidad. “Dímelo tú. Cuál es el guion para esta obra, ¿eh, Nezumi? Sion dice que es el abrigo de su amiga. Lo que quiere decir que esa amiguita está en el Correccional. Y esta mañana tú me has pagado para conseguir información sobre el Correccional. No me digas que no tiene nada que ver – ni siquiera un perro se creería eso. ¿Intentas ayudar a escapar a la amiguita de Sion? ¿Es eso lo que intentas?”

Nezumi no podía contestar. No podía negar ni afirmar ni negar lo que acababa de decir Inukashi.

“Por supuesto que no,” contestó Inukashi por él. “Alguien como  no desperdiciaría su vida para ayudar a un completo desconocido.”

“¿Qué te hace pensar que voy a morir en el intento?”

Al otro lado de la oscuridad, Inukashi tomó aire.

“¿Estás dormido o algo? Estamos hablando del Correccional. Con mucha, mucha suerte puede que seas capaz de entrar. Pero es imposible que salgas de ahí vivo. Nezumi, no te hagas ilusiones.”

“Por el amor de Dios, ¿estás preocupado por mí? Estoy sorprendido.”

“No me podría importar menos lo que te pasase,” escupió Inukashi. “Una rata menos no se va a notar mucho. Pero, qué vas a hacer con Sion, ¿eh? Ahora que sabe que tienen a su amiguita. Siendo como es, seguramente piense que el Correccional no es más que un centro disciplinario o algo por el estilo. Seguramente crea que para ver a su amiga no tiene más que rellenar un impreso solicitando una visita. Si no le detienes, el chico va a ir. Va a ir – y va a conseguir que lo maten.”

Inukashi se quedó en silencio y dio la impresión de que la oscuridad de la noche se hacía aún más profunda. Hasta el viendo había parado – las ramas ya no hacían ni el más mínimo ruido.

“¿Has estado aquí esperando para decirme esto?” dijo Nezumi. “Me duele imaginar los problemas que has tenido por mi culpa.”

Nezumi avanzó y cogió a Inukashi por el hombro antes de que pudiese escabullirse. Era más fácil predecir sus movimientos si sabía donde estaba el otro.

“No importa lo que Sion tenga intención de hacer,” dijo Nezumi en voz baja. “No es uno de nosotros, no es asunto nuestro.”

“¿Entonces por qué estás indagando  a sus espaldas?” preguntó Inukashi, acusándolo. “¿Por qué necesitas conseguir información sobre el Correccional sin que se entere?”

Nezumi le clavó los dedos rígidos en el hombro con más fuerza. Inukashi gimió de dolor. Nezumi se inclinó y le acercó los labios al oído.

“No metas las narices donde no te llaman,” susurró. “Limítate a hacer el trabajo por el que se te ha pagado y nada más.”

Le soltó. Inukashi se tambaleó.

“Sólo le he dicho a Sion de donde ha salido el abrigo,” dijo. “No le he dicho nada de lo que me has pedido.”

“Claro que no lo has hecho.”

“Nezumi, Sion va a ir solo,” dijo Inukashi. Sacudió un poco el brazo, que se le había entumecido hasta la punta de los dedos. “Cree que no sabes nada. Y va a ir solo, sin decírselo a nadie. No va a meterte en esto. Lo sabes, ¿verdad?”

“¿Qué te hace estar tan seguro? ¿Eres el padre de Sion o algo de eso?”

“No tengo que ser su padre para saberlo. Tú deberías saber mejor que yo qué tipo de persona es. Por eso intentas que no se entere de lo que estás haciendo, ¿verdad?”

“¡Cállate!” gruñó Nezumi. Sus emociones se estaban descontrolando; respiraba con irregularidad. Inukashi no mostró ninguna reacción.

“Si te importa tanto y no quieres perderle,” dijo Inukashi con firmeza, “protégelo hasta el final. Y  haz lo que tengas que hacer para protegerle, sea lo humillante que sea, so idiota. Crees que puedes aparentar, ¿eh? ¿Esconderlo todo y cuidar de ti mismo? Deja de engañarte a ti mismo.”

“¡Inukashi!”

Inukashi retrocedió una fracción de segundo antes de que Nezumi avanzase. Apoyado sobre una rodilla, Inukashi se rio con suavidad.

“Has perdido, Nezumi.”

“¿Qué?”

“Tienes algo que necesitas proteger – has perdido. Aquí, esas son las reglas. Es mejor que lo aprendas.”

Nezumi pateó el suelo y se lanzó contra Inukashi. Le cogió mientras el otro intentaba escabullirse y lo puso contra el suelo.

“¿Qué estabas diciendo de perder?” dijo con fiereza. “Ya has dicho bastantes tonterías.”

“No son tonterías. Nezumi, si fueses el de antes, no te habrías dejado provocar con tanta facilidad. Y tampoco habrías estado andando de noche perdido en tus pensamientos.”

Suelta, dijo Inukashi con tranquilidad. Se levantó y suspiró.

“¿Aún no te has dado cuenta, Nezumi?”

“¿Eh?”

Un silbido atravesó el aire. Mientras silbaba, Inukashi andaba hacia atrás.

En la oscuridad y en todas direcciones, aparecieron numerosos puntos rojos que brillaban. Nezumi no tardó mucho en darse cuenta de que eran ojos de perro. En cuestión de segundos le habían rodeado por completo. Ninguno de ellos hacia ruido mientras cerraban un círculo a su alrededor.

“Estos perros están bien entrenados como guardias. No va a ser igual que esta tarde.” La voz de Inukashi estaba cada vez más lejos. “Te has metido ahí dentro sin darte cuenta. Un error que normalmente no cometerías, Nezumi. Pero ahí está tu debilidad. Olvídate de Sion – mírate, ni siquiera puedes protegerte a ti mismo.”

Un instante después, una orden rompió el silencio.

“¡A por él!”

Los perros saltaron hacia delante. Docenas de cuerpos ligeros y mortales se abalanzaron contra Nezumi mientras él estaba agachado en el suelo. Se puso de pie y lanzó una patada hacia delante.

Un aullido.

Un perro rompió el silencio y cayó al suelo. Antes de que Nezumi pudiese recuperar el aliento, otro se lanzó contra él. Hundió los dientes en el hombro de Nezumi, el cual se había cubierto con la capa de superfibra justo a tiempo. Nezumi golpeó al perro con todo el brazo y lo derribó. Se levantó y se reposicionó con un árbol a la espalda.

“Inukashi, si sigues con este jueguecito estúpido, tampoco voy a tener compasión contigo.” Nezumi sacó el cuchillo de su funda de cuerdo. Tomó aire y contó las pequeñas llamas rojas.

Cuatro más.

“¿No te importa si tus perros acaban degollados?” preguntó.

La voz de Inukashi le contestó desde el mismo sitio que antes.

“Inténtalo. Eso sólo ha sido un calentamiento. No van a ser tan amables de ir a por ti uno por uno. Esta vez, van a atacar todos a la vez.”

Inukashi aún no había terminado de hablar cuando Nezumi se lanzó en la dirección de la que venía su voz. Al mismo tiempo, un dolor agudo le recorrió el hombro.

“¡Quita de en medio!” Golpeó al perro entre los ojos con el mango del cuchillo. El perro salió rodando junto al ruido de la tela al desgarrarse.

“¡Inukashi!” Nezumi cogió a Inukashi del pelo y le tiró al suelo. Lo sujetó y le puso el cuchillo contra la garganta.

“Dile a tus perros que se retiren o-”

Inukashi se rio.

“¿O qué? ¿Vas a matarme?”

“Si es lo que deseas,” dijo Nezumi con frialdad.

“¿Piensas que puedes matarme, cuando no has matado ni a uno solo de los perros?”

Esta vez fue Nezumi el que se rio.

“Hoy no llevo cuchillos de sobra.”

“¿Qué?”

“La sangre de perro estropea la hoja. La he reservado bien limpia para ti.”

Inukashi se movió.

“Hey, ya vale, idiota,” dijo nervioso. “Mátame – y los perros irán todos a por ti. Te harán pedazos.”

“No estoy tan seguro. Eres su jefe, ¿verdad? Tengo entendido que los perros pierden el espíritu de lucha cuando matan al jefe.”

“E – eso no es verdad – hey, en serio, déjalo. Es peligroso.”

“Dile a tus perros que se retiren.”

“Está bien.” Inukashi chascó los dedos. Los perros echaron a correr y se perdieron en la oscuridad.

“Los has entrenado bien.”

“Gracias por el cumplido,” dijo Inukashi hoscamente. “Tiene gracia que no me haga sentir mejor. ¿Vas a quitarte de encima o no? Una posturita romántica contigo no entra en las cosas que he querido hacer últimamente.”

“No te preocupes,” dijo Nezumi en un tono agradable. “Es lo último que querría hacer. No lo haría ni encima de un escenario y pagándome por ello.”

Después de soltar a Inukasi y guardar el cuchillo, Nezumi volvió a preguntar.

“¿A qué ha venido esto?”

Inukashi chascó la lengua mientras se sacudía las hojas de la ropa.

“He querido darte una lección privada.”

“¿Qué?”

“No eres tan fuerte como crees. Quería demostrarte eso. Aunque no voy a negar que habilidad tienes. No hay mucha gente que aguante tanto contra mí y mis perros.”

“Vaya, gracias por el cumplido. Tiene gracia que no me haga sentir mejor.”

“Pero no eres un súper hombre ni un monstruo,” continuó Inukashi. “Sólo eres una persona. Y lo que un hombre puede hacer por sí mismo tiene sus límites.”

Nezumi sentía un dolor sordo en el hombro. La sangre le caía por el brazo.

Algo le vino a la mente a Nezumi. Era el mismo sitio en el que había recibido el disparo que Sion había curado.

“¡Nezumi!”

Podia escuchar como Sion le llamaba. Se acercaba la luz de una lámpara.

“Parece ser que han venido a buscarte,” se burló Inukashi en voz baja. “Bueno, entonces, si me disculpas, me voy.” Y entonces, con prisa, añadió. “Nezumi, está pasando algo raro dentro de No. 6.”

“¿Raro?”

“No conozco los detalles. He escuchado que hay una enfermedad rara, pero no estoy seguro. Voy a buscar más información. Y tendré la información del Correccional dentro de poco. Parece que están empezando a tener trabajo ellos también. Las cosas se van a poner interesante, puedo olerlo – mi nariz de perro  me lo está diciendo. Así que-”

“Así que, ¿qué?”

“Así que cuenta conmigo – voy a ayudarte.”

Inukashi extendió la mano y cogió a Nezumi del hombro con fuerza. Sintió un latigazo de dolor. Nezumi gimió y cayó de rodillas, sujetándose el hombro con una mano.

“Nos vemos. Me pondré en contacto contigo dentro de poco.” Inukashi despareció en la oscuridad más rápido de lo que lo habían hecho sus perros. Los pasos de Sion se acercaban.

“Nezumi, ¿ha pasado algo?”

Sion acercó la lámpara a Nezumi mientras éste se ponía de pie. Abrió los ojos desmesuradamente, alarmado.

“¿Qué te ha pasado? ¡Estás sangrando!”

“Me ha atacado un perro.”

“¿Un perro? ¿Por qué?”

“Era un perro salvaje. Imagino que pensó que era un adorable conejito. ¿Qué haces aquí?”

Hamlet se asomó desde el bolsillo del suéter de Sion.

“Ha venido a buscarme,” dijo Sion. “Pensaba que te había pasado algo.”

“Y has venido a ayudar. Con una lámpara.”

“Exacto.” Sion acercó la lámpara a la herida de Nezumi y frunció el ceño.

“Hay que limpiar y curar esto. Vamos a casa. ¿Puedes andar?”

“Claro.”

Sion pasó la mano por debajo del brazo de Nezumi, para ayudarle. Nezumi se soltó y empezó a andar. El hombro le latía de dolor. Pero no iba a coger la mano que se le había extendido. Si aprendía a confiar en alguien dejaría de poder seguir adelante por sí mismo. La mano que ofrecía ayuda era algo efímero, y desaparecía tan pronto como había sido ofrecida. Así eran las cosas.

“¿Vas a volver a coser la herida?”

“Por desgracia, la herida no es para tanto esta vez,” dijo Sion con una sonrisa compungida mientras cerraba el kit de emergencia. “Estabas asustado, ¿eh, Nezumi? ¿Pensabas que ibas a pasar por lo mismo que hace cuatro años?”

“Asustado es poco. Contigo, tengo la sensación de que me pondrías puntos hasta en un picotazo de mosquito.”

“Que grosero,” sonrío Sion. “Sigo convencido de que el tratamiento de hace cuatro años era el que había que hacer.”

Cuatro años atrás, en esa noche de tormenta – sí, la noche en la que había conocido a Sion – un huracán azotaba No. 6. Aun recordaba perfectamente la ventana abierta, como si le estuviese invitando; un Sion de doce años asomándose; estás herido, ¿verdad? Te curaré la herida – palabras que no se había esperado; la sonrisa de satisfacción que tenía Sion en la cara cuando había terminado de poner los puntos de sutura; la dulzura del chocolate; el delicioso sabor de la tarta de cereza; la comodidad de la cama; la respiración pausada a su lado cuando despertó la mañana siguiente – no podía olvidar nada, daba igual con la fuerza que lo intentase. Aun cuando intentaba deshacerse de ello, no podía.

Todas y cada uno de los acontecimientos que habían tenido lugar aquella noche le acompañaban como si fuesen una sensación tangible, sin haberse apagado lo más mínimo en aquellos cuatro años.

¿Esto era lo que la gente llamaba recuerdos? ¿Un historial? ¿O era lo que llamaban destino?

Era fácil reírse de las personas, llamarlas débiles e indulgentes, cuando aceptaban incondicionalmente a los demás e intentaban salvarlos. De hecho, el resultado de haber acogido a Nezumi, Sion perdió todos sus privilegios.

Sería mucho más fácil si pudiese deshacerse de Sion con una sonrisa condescendiente, de ese chico inocente, ese chico de la elite que había crecido totalmente ajeno a la sociedad. Pero era muy amargo reírse y acabar con todo. Lo tenía muy presente como para olvidarlo. Y pesaba mucho deshacerse de todo.

“Sion.”

“¿Hm?”

“¿De verdad lo piensas?”

Sion se detuvo a mitad de enrollar las vendas.

“Hace cuatro años. ¿De verdad piensas que era lo correcto?”

“Bueno, estábamos muy limitados,” dijo Sion despacio. “Pero en ese entonces, era lo mejor que podía hacerlo. Ahora pueda coser heridas mejor.” Los dedos de sus manos hábiles se movían con tanta habilidad como aparentaban, enrollando las vendas con fuerza y limpieza.

“No hablo de mi herida nada más. Hablo de la herida en sí.”

Después de haber hecho un nudo con los extremos de la venda, Sion estudió los ojos de Nezumi.

“Tu vida dio un giro de 180 grados aquella noche. ¿Puedes decir ahora que lo que hiciste no fue un error?”

“Sí.” La respuesta había sido tan rápida que cogió a Nezumi desprenvenido.

“¿No te arrepientes?”

“No.”

“¿Ni siquiera un poco?”

“No.”

“¿Por qué?”

“Nezumi, no entiendo lo qué intentas preguntar. Pero he estado pensando en cosas desde que me mudé a Lost Town. Me preguntaba, si pudiese volver atrás en el tiempo, y retroceder hasta esa noche de hace cuatro años – si pudiese volver a antes de conocerte, ¿qué haría?”

Sion sonrió con timidez y empujó el kit de emergencia hasta el fondo de la estantería.

“Pensaba en eso una y otra vez. Y todas y cada una de las veces llegaba a la misma conclusión. No importa las veces que volviese a aquella noche, haría lo mismo. Abriría la ventana y te esperaría.”

“¿Aun sabiendo las desgracias que vendrían después?”

“Pero no h a habido ninguna desgracia,” replicó Sion con suavidad. “No creo que el estar aquí sea una desgracia para mí. Verdad, ¿Cravat?”

El pequeño ratón marrón asintió desde su posición encima de una pila de libros.

“Ese es Hamlet, ¿no?”

“Hamlet está durmiendo en la cama.”

“Ah. Vale. - ¿Para qué les has puesto nombre? Ahora me lío más que antes.”

“Se merecen un nombre, es lo menos que puedes hacer. Los dos son muy listos y muy valientes. Mira a Hamlet, que ha sido el que me ha avisado hoy de que estabas en peligro.”

“Bueno, ha ido a buscar a la persona equivocada. Aunque vinieses, no ibas a ser de mucha ayuda. No ha pasado nada porque ya me había desecho de los perros, pero si no lo hubiese hecho, seguramente el que estaría aquí sentado con una herida serías tú.”

“Ya, bueno – supongo que en eso tienes razón.”

Nezumi se levantó y cogió a Sion por el brazo.

“No vuelvas a hacer algo así, ¿me oyes? Pase lo que pase, no te crezcas y pienses que puedes ayudarme.”

Sion le miraba sin parpadear. Nezumi levantó la barbilla y apretó la mandíbula.

“Eres débil, acuérdate de eso. No tienes ni la habilidad ni la mentalidad que hacen falta para pelear. Eres como un pájaro que se ha caído del nido. Lo único que harías sería piar hasta que algún animal te devorase. Así que hazte un favor a ti mismo, y no te pongas en peligro. No vuelvas a hacerlo. Usa la cabeza. Pon ese cerebro privilegiado que se supone que tienes en marcha y usa el sentido común para juzgar la situación. Tch, no se en qué estabas pensando, adentrándote en la oscuridad sin siquiera llevar un arma.”

“No estaba.”

“¿Qué?”

“No estaba pensando en nada, ni en la situación ni en el peligro. Ya había empezado a correr antes de haber podido pararme a pensar.”

“Por eso te estoy diciendo, Sion, que la próxima vez no hagas algo tan estúpido o peligroso.”

“Entonces, ¿qué debería hacer?”

“No hagas nada. De todas formas, no hay nada que puedas hacer. Échate una manta por la cabeza o algo y quédate quieto.”

Sion bajó la mirada y negó con la cabeza.

“No puedo hacer eso,” dijo en voz baja. “No puedo quedarme aquí sentado sabiendo que tienes problemas. Habría salido disparado igualmente.”

“No serías más que una carga.”

“Eso duele,” dijo Sion con suavidad.

“Es la verdad.”

“Nezumi – tienes razón,” concedió. “Soy un inútil. No se pelear y no sería capaz de herir a nadie.”

“Sí, como soldado estarías en el rango más bajo. No – la verdad es que ni estarías. Así que ni se te ocurra pensar en pelear.  No puedes permitirte preocuparte por los demás. Ni siquiera puedes protegerte a ti mismo. Así que no hagas nada. Te lo pido por favor, no te acerques a ningún sitio peligroso.”

¿Qué cojones estoy diciendo?”

Nezumi volvió a apretar la mandíbula.

¿Qué estaba diciendo? ¿Qué estaba haciendo, tomándose esto tan en serio? ¿Estaba tan decidido a detener a Sion?

Sion va a ir solo.

Las palabras de Inukashi se repetían en su cabeza.

Sí, lo mas seguro es que Sion fuese solo. Iría a un sitio del que no tiene ni una posibilidad entre un millón de salir vivo, e iría solo, sin pedirme ayuda, sin siquiera decírmelo. Se iría en silencio, sin saber pelear, sin saber el dolor de sangrar o la sensación de terror cuando intentan matarte. El inútil, cabezota y pedazo de idiota.

“Esto no es una cuestión de sentido común,” dijo Sion en voz baja rompiendo el silencio.

“¿Eh? ¿Has dicho algo?”

“Que no es cuestión de sentido común, Nezumi. Sé perfectamente que aunque fuese, no te sería de ninguna ayuda – no podría salvarte. Lo sé.”

“Bien por ti. De lo único que puede presumir es de tu cerebro. Y si es tu cabeza la que sabe, hazle caso.”

“No.”

Sion apretó los labios con firmeza con expresión desafiante. Era la cara de alguien que por dentro tiene una gran fuerza de voluntad. Era la primera vez que Nezumi veía a Sion poner esa cara.

“¡No es cuestión de sentido común!” dijo Sion acaloradamente. “Cuando Hamlet vino a buscarme estaba asustado. Pensaba que te había pasado algo. Pensaba que ibas a morir. ¿Y me estás diciendo que tenía que haberme parado a pensar? ¿Llegar a la conclusión de que si iba no iba a servir para nada y quedarme aquí sentado? No podría hacer eso. ¿Cómo? ¿Cómo iba a estar tranquilo y ponerme a pensar si tengo fuerza o no, si puedo ayudarte o no? ¿Cómo? ¡Idiota!”

Era la segunda vez que Nezumi le llamaba idiota. Y las dos veces, Nezumi no había podido predecir la explosión de rabia de Sion. La primera vez, Nezumi le había dico, ‘no llores por los demás. No pelees por los demás. Pelea y llora sólo por ti mismo.’ Sion le había dicho que no lo entendía. Era verdad, no lo entendía. Aquella vez, Sion de había adentrado en la oscuridad para ayudar a un desconocido. Apartando a un lado la razón que le avisaba de los riesgos, se había adentrado en la oscuridad.  Era peligroso. Muy peligroso. Nezumi se había preparado para que Sion se convirtiese en unas esposas a través de los tobillos. Pero también podía ser al revés. Existía la posibilidad de que fuese el que se convirtiese en las esposas que maniataban a Sion.

Por eso –

Nezumi apartó la mirada del chico que tenía delante.

Por eso las personas son problemáticas. Cuanto más te relacionas con ella, más aprietan las esposas. No dejan que te muevas con libertad. Se hace más duro vivir sólo por ti mismo. Quizás nunca deberíamos habernos conocido. Quizás algún día, Sion, pensarás eso.

Los hombros de Sion se alzaban y bajaban al ritmo de su respiración. Frunció los labios.

“Nezumi, ¿por qué no dices nada?”

“Por nada en particular.”

“Ríete si quieres. Seguro que estás pensando que no son más que tonterías que salen de alguien que no sabe nada del mundo, ¿verdad? Bien. Ríete todo lo que quieras. Venga, ríete.”

“Espera un momento, Sion,” dijo Nezumi, “no es que me esté burlando de ti. Es sólo que, bueno… sólo te digo que es peligroso hacer ese tipo de cosas sin pararte a pensar-”

“¡Ya lo sé!” dijo Sion acaloradamente. “Pero no he podido evitarlo, ¿vale? Estaba muy preocupado. ¿O no puedo preocuparme por ti? ¿Ni siquiera tengo derecho a estar preocupado?”

“¿Derecho? Sion, lo que estás diciendo no tiene sentido.”

“¡Eres tú el  que me está haciendo hablar así!”

Sion le pegó un puñetazo a la estantería. Se cayeron unos cuantos libros. Cravat chilló alarmado y se metió entre los pliegues de la ropa de Nezumi.

Sion parpadeó y sonrojó. Se inclinó para recoger los libros y murmuró una disculpa en una voz baja.

“Lo siento, yo – no quería gritar.”

“No pasa nada,” dijo Nezumi con ligereza. “Tengo que admitir que es muy atrayente verte así de cabreado. Algo que me gustaría volver a ver de vez en cuando.”

“Siempre me altero cuando estoy contigo,” suspiró Sion. “Me sorprende lo emocional que puedo ser a veces.”

“Siempre has sido una persona emocional. Siempre escoges sentimientos antes que razón, y no te avergüenzas de ser fiel a tus emociones. Igual que hace cuatro años. Incluso cuando formabas parte de la elite de No. 6 obedeciste a tus emociones y me acogiste.”

“Sí… obedecí a mis emociones…” dijo pensativamente. “Supongo que tienes razón.”

Sion puso los libros en su sitio y exhaló.

“Pero, ¿sabes qué, Nezumi? Es verdad que no me arrepiento. Me alegro de no haberle dado la espalda a mis sentimientos aquella noche.”

“Lo sé.”

“¿Eh?”

“Sé que no te arrepientes de nada de lo que has hecho. He preguntado porque sí. Supongo que estaba aburrido o algo por el estilo.”

Se llevó una mano al hombro. Las vendas, viejas y usadas y que habían perdido su elasticidad, estaban envueltas en su hombro con fuerza y sin dar señales de ir a alfojarse.

“Yo no podría haberme puesto las vendas tan bien,” dijo Nezumi reflexivamente. “Quizás no puedas pelear, pero puedes curar a la gente. Todo el mundo tiene algo. Y probablemente-”

“¿Probablemente?”

“No, nada. Tengo hambre, ¿y tú?”

Sion miró a Nezumi y sonrió con amabilidad.

“Hay pan y carne encima de la mesa. Han pasado unas cuantas cosas y no queda mucho, pero creo que es bastante para cenar.”

“¿Y tú qué?”

“Me voy a dormir. La herida te va a molestar esta noche, así que puedes quedarte la cama para ti solo. Yo dormiré en el suelo.”

“Que amable por tu parte.”

“Nezumi.”

“¿Hm?”

“Si no te hubiese conocido, lo más seguro es que nunca me hubiese dado cuenta del tipo de persona que soy, ¿eh?”

“¿A qué viene esto ahora?”

Sion se acercó a Nezumi mientras éste se sentaba en la silla y le miró directamente a los ojos.

“Me habría convertido en un adulto racional y obediente, si saber que tenía tantas emociones dentro de mí. Nunca habría sabido lo que es llorar, enfardarme o resistirme a algo. Te conocí y descubrí todo lo que tenía. Y estoy orgulloso de saberlo ahora.”

Sion terminó de hablar y bajó la mirada dudoso.

“Me alegro de haberte conocido.”

Fue un susurró que escuchó por los pelos. Sion se agacho, con la mirada bajada aun. Sus labios rozaron con suavidad los de Nezumi.

Un libro se cayó de algún sitio.

Cuando Sion levantó la cara, Nezumi habló.

“No es un beso de agradecimiento, ¿no?”

“Es un beso de buenas noches,”

“Buenas noches, ¿eh?”

“Mañana voy a pelar a los perros,” dijo Nezumi. “Hay muchos que tienen el pelo largo. Inukashi no los peina así que están llenos de nudos y se les está empezando a inflamar la piel.”

“Te recuerdo que me acaba de morder un perro. No me importa si tienen el pelo largo o no, no me apetece escuchar hablar sobre perros ahora msmo.”

Sion se rio y sacudió la mano casualmente.

“Buenas noches pues.”

“Sí. Que duermas bien.”

“Tú también.”

Sion desapareció entre la sombra de los libros. Cravat salió de la ropa de Nezumi y echó a correr detrás de él, quizás con la intención de dormir con él.

“Beso de buenas noches, ¿eh?”

Nezumi se tocó los labios y se dejó caer en la silla.

“Eres un mentiroso.”

El dolor, el cansancio y el hambre se habían esfumado. En su lugar había aparecido otra cosa. Tristeza, soledad – no era ninguna de las dos. ¿Qué era? Una gota caliente rodó por su mejilla. Le costó un poco entender que eran lágrimas. Hacía tiempo que se había olvidado de lo que era llorar.

 Estaba salada, igual que una sopa a la que le habían echado mucha sal.

Nezumi subió las rodillas y apoyó la cabeza en ellas. Lentamente, se tragó las lágrimas que se le habían metido en la boca.

8 comentarios:

  1. y yo que debería estar estudiando, solo por si acaso revisé y BOMM lo siguiente que recuerdo es chillar mientras leía, muchas gracias! ;u; como me encanta esta novela, por favor no dejes de traducir!

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  2. Muchísimas gracias por tu comentario, anima mucho a seguir^^

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  3. Kawaii!!! me ha encantado y he leído cada uno de los capítulos por favor continua así!! amo tus traducciones arigatou!!

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  4. Ay dios mío, que genialidad!!!, por favor sigue traduciéndolas, tu trabajo es excelente!!!

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    1. ¡Muchísimas gracias por tu comentario! Me alegra que te gusten las traducciones^^

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  5. T.T
    mentiroso!!!!!!!!
    ademas hizo llorar a Nezumi...
    y a mi tambien... buuuaaaa
    muchas gracias por traducir,
    no tenia idea de que en este capi
    era donde se daban el beso, me tomo de sorpresa
    XD

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