Vida.3 Los
recuerdos de los Oppai
CRIIIII-CRIIIIIII
Ya estaba empezando el verano. Ahí fuera, las chicharras
estaban cantando ruidosamente. Estaba sentado en la sala del club, mirando por
la ventana. Estaba tranquilo mirando las vistas.
“Ise~ ¿Qué estás haciendo?”
HUG.
La que me estaba abrazando por la espalda era Buchou.
Normalmente diría algo como “¡Waah! ¡B-Buchou! ¡Me vas a poner en apuros si me
abrazas tan de repente, que puedo notar tus oppai! ¡Noto como los tengo en la
espalda!” Pero ahora mismo... sólo pude suspirar.
“¿Qué te pasa...? Esto no es normal en ti.”
Buchou apoyó su cara en mi hombro y me preguntó con voz
dubitativa. Parecía algo decepcionada porque no hubiera reaccionado como
siempre.
“Lo siento, Buchou. Sólo estaba pensando un poco en mi
pasado.”
“¿Tu pasado?”
“Sí.”
Sí, estaba pensando en aquella amarga despedida que afronté
cuando estaba aún en el colegio.
“Cuando era niño, perdí algo muy querido en esta época del
año.”
Estaba mirando hacia el exterior con tristeza. Buchou se dio
cuenta de que no era normal, así que parecía un poco confusa. Me dio un besito
en la mejilla y dijo.
“Entonces cuéntamelo. Yo te escucharé.”
“Vale. Me gustaría que lo escuchaseis todos.”
“¿Estás seguro? Vale. Chicos, venid un momento.”
Todos acudieron al escuchar que Buchou les estaba llamando.
“¿Qué pasa?”
Asia ladeó la cabeza.
“Vaya, vaya. ¿Qué es todo esto?”
“A mí me interesa...”
Dijeron Akeno-san y Koneko-san.
“¿El pasado de Ise-kun? Como amigo suyo, me gustaría
escuchar sus preocupaciones.”
“¿Estas cosas también son parte de las actividades del club?
No entiendo las costumbres japonesas.”
Kiba y Xenovia también se aproximaron. Todos se sentaron a
mi alrededor. Todos parecían algo extrañados por verme tan decaído. Entonces
les conté una historia que sucedió un tiempo atrás.
Cuando tenía siete años... había cierto lugar al que iba
siempre después de clase. Era un parque que había en el barrio. Allí había un
Occhan (19) que siempre dibujaba
historias para todos los que pasaban por allí. Yo siempre iba a ver sus
historias. Cuando iba a empezar una, siempre tocaba una campana. Normalmente se
juntaban unos cuantos, todos niños, pero a veces era yo solo. Occhan siempre me
contaba sus historias. Me encantaba.
“Hace muucho, muuucho tiempo, en cierto lugar, vivía una
pareja de ancianos. Un día, el abuelo se marchó a las montañas para cortar el
cesped. La anciana se marchó al río para lavar. Mientras estaba lavando en el
río...”
Estaba esperando la continuación de la historia con tanta
expectación que el corazón me latía muy deprisa. Occhan pasó a la siguiente
escena mientras me sonreía.
“...por él descendieron unos oppai.”
Cuando era pequeño me emocionaba ver sus dibujos de oppai,
que ocupaban toda la hoja y parecían casi reales. Sí. Siempre pensé queme
gustaría pillar unos oppai como esos. También admiraba la manera tan detallada
que tenía Occhan de dibujarlos.
“Boing, boing... Por mucho que los mirase, eran unos pechos
enormes. Con una copa G o incluso más grande. Su tamaño. Su forma. Eran los
pechos más perfectos.”
Mi corazón se aceleraba escuchando historias de oppai. El
flan de oppai, el Demonio que fue derrotado por los oppai, el abuelo que
alcanzó la felicidad gracias a los oppai, el joven que fue castigado por los
oppai, el perro que desenterraba oppai... Escuché todas esas historias y con
ellas aprendí más sobre el mundo. Un día le pregunté a Occhan después de que
terminase su historia y se preparase para irse a casa.
“¿Has podido tocar alguna vez unos oppai, Occhan?”
Occhan me contestó con una sonrisa.
“Sí, he podido tocarlos. Muchos, de hecho. Chico, los oppai
no sirven sólo para tocarlos. También puedes chuparlos.”
“¿Eh...? ¿No parecerías un bebé haciendo eso?”
En aquella época pensaba que lo único que podía hacerse con
unos oppai era tocarlos. Estaba terriblemente equivocado.
“Chico, no lo entiendes porque aún eres un niño. Ya lo
entenderás cuando crezcas un poco. Sentirás la necesidad de chuparlos. Los
adultos conviven con esa necesidad durante toda su vida.”
Aquella vez no entendí lo que quiso decirme Occhan, pero
sabía que era algo que molaba.
“Mira, chico. Tienes que hacerlo así.”
Occhan empezó a absorber un flan desde la parte de arriba.
El flan desapareció en su boca inmediatamente.
“¡I-Increíble!”
Mi joven corazón se conmovió viendo aquello.
“Mira, te doy un par de flanes de oppai. Practica en casa.”
Occhan me dijo aquello como si estuviera entrenando a su
sucesor. Cogí los flanes y practiqué mucho en casa, a escondidas de mis padres,
pero no era capaz de chuparlos como hizo Occhan. Empecé a comprender lo grande
que era Occhan cada vez que yo fracasaba.
Cierto día de verano, estaba yendo en bicicleta muy
emocionado hacia el parque. ¡Hoy tocaba una nueva historia! ¡Occhan me iba a
dibujar una nueva historia sobre oppai! ¿Qué tipo de historia habría preparado?
¿Una de risas? ¿Una triste? ¿De oppai grandes o de oppai pequeños? No podía
contener mi excitación por la intriga. Pero en cuanto llegué al parque...
“Venga, vámonos. Anda que... Mira que enseñarle estas cosas
a los chicos a plena luz del día.”
Un policía estaba llevándose a Occhan. ¡No puede ser! ¿Por
qué Occhan...? ¡No ha hecho nada malo! Para mí joven yo, Occhan lo era todo. Me
puse a su lado mientras se lo llevaban.
“¡Occhan! ¡Occhan! ¿Por qué? ¿¡Por qué!?”
Otro policía me paró y no pude salvar a Occhan.
“¡No! ¡No puedes acercarte a él! ¡Es una mala persona que le
enseña cosas inadecuadas a los niños!”
“¡Occhan no es una mala persona! ¡Occhan me ha enseñado
mucho sobre los oppai! ¡Occhan! ¡Occhan! ¡Oppai! ¡Oppai!”
Le grité mientras lloraba. Occhan me había enseñado un
montón de cosas. No podía ser malo. Sólo era un poco pervertido. Occhan me
sonrió y me dijo en silencio.
“Chico. Un día conseguirás tocar un par de oppai, pero
luego, chúpalos.”
Esas fueron sus últimas palabras.
“Oye, ¿¡qué le estás diciendo a ese crío!? ¡Deprisa,
andando!”
“¡Occhan! ¡Occhan! ¿¡Y la nueva historia!? ¿¡Qué pasa con la
nueva historia!?”
Occhan fue reprimido por el poder del estado. Sólo pude
mirar como los policías se llevaban a Occhan. No pude escuchar su nueva
historia. ¿Qué clase de historia habría preparado? Me frustraba mucho pensar en
ello. ¡Devolvedme a mi Occhan! ¡Devolvedme mis oppai! Yo... En aquella tarde de
verano en la que las cigarras cantaban, perdí algo muy querido para mí en aquel
parque...
“Así fue...”
Mi pasado. Creo que fue traumático. Perdí a mi querido
Occhan. Miré a los demás sin poder librarme de mi tristeza, pero todos parecían
estar atónitos. Qué raro... No me esperaba esa reacción para nada. Lo mirase
como lo mirase, ¡era una historia que haría llorar a cualquiera! La única que
no parecía haber entendido nada era Asia, que parecía tener un montón que
preguntas que hacerme...
“Vaya, vaya. Así que esa es la fuente del fuerte deseo sexual
de Ise-kun.”
Akeno-san sonrió ligeramente.
“Sí. La verdad es que no sabía cómo reaccionar. Es más, se
llevaron a aquella persona porque era un depravado.”
Kiba puso una sonrisa algo forzada. ¡No! ¡Occhan no era un
depravado! ¡Era un Dios!
“En serio, no puedo entender a los japoneses.”
Xenovia se encogió de hombros y se levantó.
“No, Xenovia. Decir eso sería una falta de respeto para los
demás japoneses. Normalmente los demás no son unos buenos para nada como él...”
Kiba estaba apoyándome. Espera... ¿¡Bueno para nada!?
“Un hombre que les contaba cosas indecentes a los niños...
Un pervertido de primera. La peor historia del mundo.”
Koneko-chan también se levantó de su asiento mientras me
miraba de reojo.
“¿¡A qué vienen esas reacciones!? ¡Mi yo actual existe
gracias a Occhan!”
Lo dije de verdad, pero Buchou me cogió la cabeza y la apoyó
contra su pecho mientras me intentaba tranquilizar.
“Ya lo sé, Ise. Aquella persona fue la que hizo que seas tal
y como eres. Aunque creo que hubiera sido mejor que te hubieras cruzado con
alguien que te contase historias de caballeros.”
“Pero yo no soy capaz de imaginarme a Ise no siendo un
pervertido. Ise-kun tiene que mirar lascivamente a las mujeres.”
“Sí, tienes razón, Akeno. Un Ise que no estuviera interesado
en los pechos de una mujer no sería Ise. Cuando veo que Ise me mira los pechos
me hace pensar ‘Mira, sigue en plena forma’ y eso me alivia.”
Parecía que Buchou y Akeno-san estaban hablando de mí. ¿¡Que
miraba lascivamente!? ¡La verdad es que no podía negar que disfrutaba mucho
viendo los pechos de Buchou y de Akeno-san!
“¿Senapi sin ser un pervertido...?”
Koneko-chan ladeó la cabeza con una expresión muy seria.
¿¡Eh!? ¿¡Tan difícil era imaginarme sin ser un pervertido!? ¡Espera! ¡Ni
siquiera yo podía imaginarlo! ¡Es gracias a la voluntad de Occhan que hoy pueda
disfrutar de la sensación de estar apoyado sobre los pechos de Buchou! ¡Joder!
¡Los oppai de Buchou eran los mejores!
Ya era de noche. Estábamos volviendo a casa después de las
actividades del club. Buchou y Asia iban a mi lado. Como vivíamos en la misma
casa, volvíamos juntos. Hoy había sido un día de mierda. Les hablé a todos de
mi doloroso pasado, pero nadie me apoyó. ¡Pues bien! ¡Los recuerdos de Occhan
serán sólo para mí!
“Buchou-san... Ise-san parece estar de mal humor...”
“Asia, en momentos como este es mejor dejarle solo.”
Parecían estar hablando entre ellas, pero me daba igual.
¿Qué otra cosa debería hacer después de que se tomasen a risa mis recuerdos?
Iba bajando la calle sin saber cómo debería sentirme. Entonces escuché aquel
sonido tan nostálgico.
¡RING, RING...! Miré en la dirección de la que venía aquel
sonido. Estaba tan sorprendido que seguro que se me iban a salir los ojos de
las órbitas. Diez años... Sí, diez años...
RING, RING. Esa era la campana que indicaba el comienzo de
la historia. Vi un rostro familiar preparándose para empezar con su espectáculo
en el parque que tenía al lado.
“¡.......!”
Cuando me di cuenta, ya estaba andando en dirección hacia
él. Era él, estaba seguro. Esa cara... Parecía mucho más mayor que antes, pero
¡no había duda!
“¿Eres tú, Occhan...?”
Pregunté a aquel anciano tímidamente. El hombre se dio
cuenta de que estaba allí. Me miró a la cara unos segundos y luego sonrió.
“Eres... Ya veo. Ya sé quien eres. Has crecido mucho, chico.”
Ah... Era él... ¡De verdad era...!
“¡Occhan! ¡¡Sigues vivo!!”
¡Era una reunión muy emotiva! ¡Occhan! ¡No le había visto
desde aquel día! ¡Y él me reconoció pese a todo lo que había crecido! ¡Estaba
tan feliz que no podía dejar de llorar! Occhan, tienes muchas más arrugas...
“Sí, gracias a ti. ¿Cuántos años han pasado? ¿Unos diez
años? Jajajaja. Chico, has crecido un montón. ¿Has conseguido manosear oppai?”
Llevaba esperando esta pregunta desde hacía diez años. Cuando
pensaba en ello, se me saltaban las lágrimas. Entonces asentí mientras sonreía.
“Sí, ¡los he manoseado! ¡Los he acariciado! ¡Los oppai son
maravillosos! ¡Los suyos fueron mis primeros oppai!”
Le presenté a Buchou, que estaba a mi lado. Buchou no parecía
saber muy bien cómo se supone que debería reaccionar. Lo siento, pero déjame
aunque sea sólo hoy. Al escucharme decir aquello, Occhan asintió como si
estuviera satisfecho.
“¿Ah, sí? Me alegro. Así que aquel chico de hace diez años
ya tiene novia. Una novia con unos oppai espléndidos. Sin duda. Tienes que
aprovechar para tocarlos ahora que aún sois jóvenes. ¿Y qué tal? ¿Has
comprendido lo que te dije aquel día? Quieres chuparlos, ¿verdad?”
“Claro, ¡quiero chupárselos! ¡Occhan! ¡Quiero chupar oppai!”
Occhan sonrió después de que le dijera eso.
“Chico, ¿quieres ver la historia que no pudiste ver hace
diez años?”
De repente sacó de su bicicleta... Era la continuación de mi
sueño, aquello que no pude ver aquel día. Mi deseo que no pudo cumplirse aquel
día de verano. Me limpié las lágrimas y le contesté con una gran sonrisa.
“¡Por supuesto!”
RING, RING. La campana indicó el comienzo del espectáculo.
Sí, la continuación de la historia de aquel día.
“Esta es la historia del ‘los Oppai secuestra ancianos’.
Hace mucho, mucho tiempo, en cierto lugar, había un anciano que se dedicaba a
cavar en busca de oppai...”
Igual que diez años atrás, me senté en el suelo a escucharle
con un flan de oppai en las manos. Las dos estaban hablando a mi lado. Quería
que ellas también lo escucharan.
“Ummm... ¿Buchou-san? ¿Qué debería hacer...?”
“Dejémosle a su aire, Asia. Aunque si Koneko hubiera estado
aquí seguro que habría dicho algo como...
¿Koneko? ¿Estabas aquí?”
“.......Es lo peor.”
Pasé por alto aquellas palabras tan duras dirigidas hacia mi
persona y seguí escuchando al viejo hablar de tetas.
(19).- Señor
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